Día 281 de la invasión rusa en Ucrania. En los últimos días, la ciudad de Jersón centra la ira del ejército ruso. Desde que Ucrania la recuperó, sufre bombardeos diarios. De hecho, el ataque de la última noche ha sido uno de los ataques más cruentos.
En total, son 20 días de asedio ruso a una ciudad que se anexionó con un referéndum ilegal a finales de septiembre, pero que desde hace unas semanas vuelve a estar bajo control ucraniano. Antes de la guerra allí vivían 300.000 personas, aunque a día de hoy no queda ni un tercio de la población.
El día a día de esas 100.000 personas es un reto de superviviencia. Sin agua corriente, el agua solo llega por ayuda humanitaria en camiones a los que los ciudadanos se tienen que acercar. Tampoco hay electricidad en gran parte de la ciudad, por lo que es habitual ver a ciudadanos cargando el móvil en bancos o supermercados, puntos habilitados por el ejército con energía solar.
El gas también está completamente cortado, por lo que no hay ningún suministro y conectarse a internet solo es posible en el centro de la ciudad. En los pueblos cercanos a la capital la población vive, además, totalmente recluída, por lo que no puede acudir a su puesto de trabajo. Si bien es cierto que en las ciudades más grandes sí se empieza a recuperar algo de normalidad, los colegios están totalmente destruídos y desde que comenzaron los combates en la ciudad, los niños y los jóvenes no pueden ir a clase.
Las pensiones, en cambio, se mantienen, aunque con matices: los rusos comenzaron a pagar a los ciudadanos en rublos y posteriormente requirieron la nacionalidad rusa para hacerlo. Ahora, bajo control ucraniano, mensajeros se acercan puerta a puerta para llevarles el dinero en efectivo.
Intereses socialistas
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