Austria va a obligar a sus ciudadanos no vacunados a vacunarse contra el coronavirus. Además, va a confinar a toda su población. Con una incidencia que supera los 1.600 casos de COVID-19 por 100.000 habitantes, casi 15 veces la de España, en la última jornada han fallecido allí 48 personas -frente a los seis españoles que han muerto en las últimas horas-, a pesar de que el país solo tiene nueve millones de habitantes. En cuanto a vacunación, tiene una de las tasas más bajas de la Unión Europea.
Pero, ¿cómo será exactamente el encierro de Austria? El confinamiento austriaco incluye medidas que ya nos son familiares, como salir a la calle para comprar lo esencial, ir al médico o cuidar de personas mayores. Además, solo podrán abrir los comercios esenciales y se recomienda el teletrabajo.
Sin embargo, su confinamiento tiene diferencias con respecto a otros: las escuelas y guarderías permanecerán abiertas, aunque se aconseja a los padres que no lleven a los niños a clase. Además, se permite salir a la calle para dar un paseo o hacer ejercicio.
Y es que, aunque la palabra 'confinamiento' asuste, lo cierto es que no significa lo mismo en España que en otros países europeos: el encierro español fue uno de los más duros que se impusieron al principio de la pandemia y solo China impuso restricciones aún más severas. Así, mientras en marzo y abril de 2020 los españoles solo podían salir a la calle para comprar lo básico, trabajar, ir al médico o ante una emergencia, Países Bajos presumía de un 'confinamiento inteligente': únicamente recomendaba a los ciudadanos quedarse en casa, los comercios se mantuvieron abiertos y se podía salir a pasear.
Con la llegada de la segunda ola del coronavirus, hace ahora un año, España miraba de reojo cómo sus vecinos comenzaban a unirse al primer país en volver a encerrarse: Irlanda. Allí, no obstante, se podía celebrar una boda con aforo reducido en una iglesia o practicar deporte en un radio de hasta cinco kilómetros del domicilio. Lo mismo ocurría en Francia, encerrada pero con la posibilidad de acudir a entierros con aforo o salir una hora al día para pasear o hacer ejercicio.
Reino Unido marcaba entonces la gran diferencia con respecto a nuestro confinamiento, con escuelas y universidades abiertas. Por su parte, y pese a tener los peores datos epidemiológicos de Europa en esa fecha, las autoridades belgas hablaron entonces de 'confinamiento total', a pesar de que en ningún momento se limitó la movilidad de los ciudadanos durante el día, si bien había un toque de queda nocturno.
A su vez, la canciller alemana Angela Merkel, referencia entonces en la gestión de la pandemia, optaba por un confinamiento estricto la última Navidad en Alemania, con los comercios y colegios cerrados, aunque sin la obligación de permanecer en casa. De hecho, podían reunirse hasta cinco personas de dos domicilios diferentes.
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