¿Qué quiere Trump?

La estrategia de Trump: aranceles, negociaciones y una guerra comercial sin fin con China

El contexto
Trump propone un arancel universal del 10% para presionar a China y obligar a otros países a negociar acuerdos bilaterales si quieren acceder al mercado estadounidense, usando el comercio como arma de presión global.

La estrategia de Trump: aranceles, negociaciones y una guerra comercial sin fin con China

La administración de Donald Trump ha trazado una nueva estrategia económica que pone en el centro a Estados Unidos como la principal potencia comercial. La jugada, con la sombra de una confrontación prolongada con China, redefine el comercio internacional al exigir un pago por los privilegios que anteriormente se otorgaban gratuitamente.

A partir de ahora, todos los países que deseen beneficiarse de la seguridad que EEUU asegura en las rutas comerciales internacionales y de la estabilidad del dólar como moneda de referencia global deberán pagar un precio: un acceso al mercado estadounidense condicionado a acuerdos bilaterales.

Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos de Estados Unidos y principal artífice de esta política, ha dejado en claro que el modelo tradicional de "poder sin costo" ha llegado a su fin. Según el consejero, hasta ahora han mantenido el paraguas geopolítico y económico sin pedir nada a cambio y asegura que ahora ha llegado el momento de que quienes se beneficien, paguen por ello.

El primer paso en esta nueva política es un arancel universal del 10% para todos los países que mantengan relaciones comerciales con EEUU. Según la administración Trump, este arancel no es solo una herramienta de presión económica, sino una manera de generar lealtades.

En la práctica, los países que deseen ver levantados estos aranceles tendrán que negociar acuerdos comerciales con EEUU, específicamente acordando la compra de productos estratégicos. Las opciones sobre la mesa son diversas: desde gas y petróleo hasta armamento avanzado, con la clara intención de hacer que países de todo el mundo dependan aún más de la maquinaria industrial y militar estadounidense.

El verdadero objetivo: China

Aunque la medida afecta a todos los países, el objetivo subyacente es mucho más específico: China. La guerra comercial que comenzó en 2018 con el aumento de los aranceles a los productos chinos sigue sin resolución.

Pero, a diferencia de los intentos anteriores de Washington de frenar la economía de Pekín a través de tarifas directas, esta nueva estrategia está diseñada para presionar a los países que, en lugar de enfrentar los costos de los aranceles, han optado por eludirlos al introducir productos chinos en los mercados de EEUU a través de terceros.

Trump, tras aprender de estas maniobras, propone ahora un modelo en el que todos los países se ven afectados, pero aquellos que elijan no ayudar a China y que opten por comprar productos estadounidenses verán los aranceles eliminados, generando así una especie de jerarquía económica global.

Este sistema pretende forjar una coalición de naciones occidentales alineadas con los intereses de Estados Unidos y, lo más importante, con el objetivo de ejercer presión sobre China para que se ajuste a las demandas estadounidenses.

Una reconstrucción de comercio global

La propuesta de Trump no es simplemente una respuesta a la competencia china o una reacción a la erosión de la hegemonía estadounidense en el comercio global. Es una remodelación total del sistema de comercio internacional, donde el acceso al mercado estadounidense se convierte en un privilegio que solo aquellos que compren productos estadounidenses podrán disfrutar.

Este cambio de paradigma, en lugar de hacer del comercio un proceso más abierto y libre, lo transforma en un campo de juego donde la lealtad se compra y se vende, y las naciones tienen que elegir de qué lado estarán.

Aunque la efectividad de esta estrategia está por verse, está claro que Estados Unidos tiene un plan. Este plan no solo quiere reformar las reglas del juego, sino también consolidar su posición como el actor dominante en la economía global, con el dólar en el centro de esa visión.

Los próximos meses, y especialmente las negociaciones comerciales que se den en ese tiempo, serán cruciales para determinar si este enfoque logra fortalecer la posición de EEUU o si, por el contrario, acelera la fragmentación del sistema económico global. El comercio mundial nunca volverá a ser el mismo.