El del Día de la Mujer se aproxima y ya son muchos los políticos de diferente signo que se han pronunciado sobre las movilizaciones previstas para el 8M. Desde la ministra de Sanidad, Carolina Darias, que "sin ningún tapujo" ha sentenciado que la manifestación "no ha lugar", por la situación epidemiológica del país a Isabel Díaz Ayuso, que ha señalado que "no puede ser que otros quieran revivir el pasado 8 de marzo", pasando por Margarita Robles, que ha pedido responsabilidad para evitar "situaciones que puedan producir contagios".
Rodrígo Blázquez, presentador de laSexta Clave, ha querido recordar que desde que se inició la pandemia de COVID-19 se han celebrado decenas de manifestaciones. Hubo manifestaciones en mayo pidiendo la dimisión del presidente del Gobierno tras el confinamiento; en junio el colectivo LGTBI recorrió las calles para reivindicar sus derechos; en agosto grupos denegacioncitas se concentraron en Colón sin mascarillas para defender sus teorías conspiranóicas; en septiembre, grupos con ultraderechistas volvían a pedir la dimisión de Pedro Sánchez.
También se han producido protestas policiales con la participación de algún diputado; movilizaciones independentistas en Cataluña plena tercera ola; protestas contra la ley Celáa en diciembre; movilizaciones de hosteleros en diferentes ciudades; protestas de sindicatos con más de 50 puntos de manifestaciones en enero; y las últimas, las movilizaciones pidiendo la libertad del rapero Pablo Hasél.
Estos son solo algunos ejemplos que llevan al periodista a cuestionarse el motivo de las críticas a las manifestaciones el 8M. "¿Recuerdan que en estos casos hubiera tanto ruido como con la manifestación del 8M? Cuál es el verdadero problema, ¿es la pandemia o es la reivindicación feminista?", ha reflexionado Blázquez.
¿Realmente terminó?
Las tácticas de la Guerra Fría que se repiten en el presente: el espionaje, la represión y la propaganda regresan
¿Qué podemos esperar? Un mundo más polarizado, con conflictos indirectos que prolongan las tensiones, una carrera armamentista renovada y una creciente dificultad para alcanzar acuerdos que eviten una escalada nuclear o un enfrentamiento directo entre potencias.