La guerra de Ucrania nos ha traído imágenes muy duras, como la del soldado ucraniano que logra penetrar en una trinchera rusa, matando a bocajarro a todos los soldados rusos que se va encontrando. A algunos cuerpos que ya están en el suelo les sigue disparando para asegurarse de que están muertos. Todo esto ha quedado grabado con la cámara que el soldado ucraniano llevaba en su cuerpo. Es una de las decenas de trincheras que los rusos han cavado en el frente de 'Zaporiyia', en el sureste de Ucrania.

Son imágenes terribles, que parecen más propias de las guerras mundiales del siglo XX que del XXI. Las trincheras llevan décadas siendo un elemento fundamental en los conflictos armados. Fueron protagonistas en la Primera Guerra Mundial, en 1914, y en la Segunda Guerra Mundial, en el 39. Sorprendentemente, también siguen siendo claves en 2023.

En esta guerra hemos visto nuevas armas como los sistemas de cohetes HIMARS, los misiles antitanque Javelin o los drones, pero el cuerpo a cuerpo en una trinchera perdura en la esencia de las guerras. Son excavadas directamente con una pala, haciendo turnos de noche y de día. Rodean las afueras de una ciudad, un pueblo, o directamente una línea marcada en el mapa que usan como límite para que el enemigo no conquiste más territorio. Y están presentes en los dos bandos: las trincheras las usan tanto los ucranianos como los rusos. Unos vigilan mientras el resto descansa y, cuando llega el fuego enemigo, todos tienen que defenderse y sobrevivir.

Las trincheras del siglo XXI son prácticamente la última línea de defensa. Primero hay zanjas antitanques, después minas, alambre de espino, bloques de hormigón... Métodos para que no pasen los carros de combate. Es aquí donde entra en juego la infantería que está en las trincheras: su objetivo es evitar que cualquier soldado enemigo logre llegar hasta su posición. Son un obstáculo, de ahí la importancia de arrebatárselas al ejército contrario.

En numerosas ocasiones, esas trincheras caen porque los soldados no consiguen parar la ofensiva. Para avanzar hacia las trincheras, los ejércitos usan como primera línea de ataque soldados de bajo rango; habitualmente, reclusos. Son personas que usan como barrera y que saben que van a recibir los primeros impactos desde la trinchera enemiga. Así, el resto del escuadrón puede seguir avanzando posiciones.

Al otro lado está el bando defendiéndolas. Lo más común es que los soldados que viven en una trinchera estén allí alrededor de tres días, porque sobrevivir es un objetivo sobrehumano. Los ataques no solo pueden venir por tierra, sino que también pueden llegar desde el aire.

Allí dentro hay que comer, dormir y convivir con la lluvia y el frío. Y, por supuesto, con las condiciones de insalubridad, donde las enfermedades se propagan rápidamente y se convierten en otro motivo que puede matarles.

Cómo son las trincheras

Las trincheras no son cosa de guerras pasadas. Los soldados del 2023 las siguen usando para sobrevivir a la guerra en Ucrania y explican cómo son en sus redes sociales. Siempre tienen que ser tan hondas como para que, una vez dentro, la superficie llegue a la altura de los hombros. A la hora de cavar, hay que tener en cuenta los árboles que hay alrededor, si tiene grandes raíces y, sobre todo, si podría golpear a un soldado y matarle si un misil impacta contra un árbol.

Por otro lado, es necesario acumular la tierra que han sacado a la hora de cavarla y situarla a un metro de distancia, como mínimo. De lo contrario, una explosión podría enterrar a los soldados que están dentro de la trinchera.

La anchura mínima que debe tener es de 80 centímetros, lo suficiente como para que un soldado no toque las paredes al pasar. De esta forma se facilita también el traslado de los heridos. También es necesario que tenga curvas: si fuera completamente recta, los restos de metralla o los disparos enemigos podrían ir de una punta a la otra.