Larraitz Chamorro está enferma de ELA, y es una gran defensora de legalizar la eutanasia en España. Desde la residencia en la que vive desde hace diez años, Larraitz ha querido dedicar unas palabras a aquellas personas que no entienden que la eutanasia pueda ser un derecho en nuestro país: "Que se pusieran en nuestro lugar porque es muy fácil decir que no".

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La mayor de tres hermanos fue un día una joven con ganas de comerse el mundo. No quiso dejar San Sebastán para estudiar matemáticas, su pasión, así que se licenció en empresariales y pronto empezó a trabajar en una gran cadena de supermercados.

A los 28 años comenzó con los primeros síntomas, pero a los 34 llegó el desarrollo definitivo: Larraitz sufría de ELA. Los dolores comenzaron a ser insoportables, y ese sufrimiento se ha prolongado: su hermana asegura que "no mueve pero siente todo, tiene hipersensibilidad".

Lleva 15 años sufriendo, dice, obligada a vivir una vida que no lo es: "Llevo en este centro nueve años postrada, sin hacer nada. Me tomo pastillas pero al final siempre me termina doliendo", declara, y añade: "Estoy cansada de sufrir".

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Sus hermanos estaban dispuestos a ser sus brazos, sus manos, pero la realidad chocó de bruces cuando se informaron con un experto: "Nos dijo que sin antecedentes penales nos podrían caer dos años de cárcel y no entraríamos en prisión, pero si nos caían dos años y un día iríamos a la cárcel y tendríamos que cumplir condena", explica su hermana.

"Ambos tenemos hijos, y ella no deja de ninguna de las maneras que nosotros tengamos que pagar por ayudarla", concluye refiriéndose a su hermana Larraiz.

La batalla desde entonces ha cambiado y ahora quieren luchar con la verdad por delante: "Quiero irme por la forma legal, sin que nadie tenga que ayudarme", asegura Larraitz, que explica lo difícil que es la situación para su madre: "Ha ido comprendiendo que tenía mis dolores, y que por mucho que me quiera y me quiera tener a su lado, yo necesito descansar".