A día de hoy la patata continúa siendo una de las hortalizas menos valoradas por la población, pues parece ser que su fama de que engorda ha hecho mella en las creencias populares españolas. Y nada más lejos de la realidad. Su calidad nutricional pesa más en la alimentación que la cantidad de calorías que de por sí puede aportar.
100 gramos de patata aportan alrededor de 70 kilocalorías (la verdad, no es tan “calórica” como nos la venden), que fundamentalmente es debido a su alta cantidad de hidratos de carbono complejos y proteínas. Porque grasa, lo que es grasa, más bien tiene poca. Sólo un 1% de la patata es grasa. Y no es de extrañar teniendo en cuenta que el 80% de ésta es agua.
Lo que sí importa, y mucho, son los casi 8 gramos de fibra que una patata mediana puede aportar a nuestra dieta, teniendo en cuenta que, según los últimos estudios, no llegamos ni de lejos a la recomendación de 25 gramos de fibra diarios. Además, como buen alimento del mundo vegetal, no aporta nada de colesterol.
Sin embargo, lo que sí aporta son vitaminas del grupo B, como el ácido fólico, y otros minerales como el potasio, el fósforo o el magnesio. Por lo que, visto esto, ¿de dónde viene la fama de que la patata engorda?
Como te puedes imaginar, la culpa no es de la patata, si no de los humanos. De lo que hacemos con ella. De cómo la cocinamos (sin entrar a hablar de la acrilamida, muy comentada en prensa en los últimos tiempos). ¿Tanta es la diferencia?
Como podemos ver en la tabla, dependiendo del método de cocinado que elijamos para la patata, podemos aumentar las calorías de forma muy significativa. No es así con las patatas cocidas, como vemos, tienen prácticamente las mismas calorías y las mismas grasas. Pero, ¿qué pasa cuando las freímos? Que multiplican casi por 3 el número de calorías y los gramos de grasa.
Tema aparte son las patatas chip o “de bolsa”. Pueden suponer hasta 5 veces más calorías y grasas, además de los excesos de sal que puede suponer un consumo demasiado frecuente. Aun así, no podemos olvidar que alguna vez las vamos a comer. De forma ocasional. Y para esas pocas veces, mejor consumir unas patatas chip de calidad. ¿Cuáles son las de calidad? Fíjate en la etiqueta y descubrirás que muchas de ellas han sido fritas en aceites refinados de palma o de girasol, la cuales los últimos estudios han demostrado su papel inflamatorio en el cuerpo.
Ya que un día es un día, y que nos vamos “a dar un homenaje”, mejor las patatas chip fritas en aceite de oliva virgen extra. Son un poco más caras, pero un “mucho” más saludables.
Pero si de España y patatas hablamos, no podemos olvidarnos de uno de nuestros platos patrios más conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. ¿De quién hablamos? De nuestra tortilla de patatas.Y si hay que ponerle algún “pero” (que no es fácil), podemos señalar dos puntos: el engorro de tener que limpiar la cocina después de hacerla (sobre todo después de freír las patatas); y, como hemos visto, el aumento de calorías y grasa del plato por el proceso de fritura que hay que someter previo a las patatas.
Hoy no me podía despedir del post sin dejaros la receta de una tortilla de patatas “light”, y sobre todo rápida. De esta manera, aparte de disfrutar, podemos reducir hasta un 20-30% las calorías de este plato y sin perder un ápice de sabor.
Disfrutad. Salud. Y buenos alimentos.
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