Nadie es inmune al coronavirus, ni los más jóvenes, ni las personas con buena salud. Gemma Miquel tiene 32 años y lleva de baja desde marzo, afectada por el COVID-19. Desde entonces, ha contado en Más Vale Tarde, sufre de una fuerte migraña que solo se quita tomando calmantes cada cuatro horas, no le funciona bien el aparato digestivo y lo que come o bebe le puede llegar a sentar mal.
También le dan nauseas algunas comidas que antes amaba, tiene un sabor metálico en la boca, ha perdido parte del gusto y del olfato, y tiene taquicardias. Estas son las múltiples secuelas que le han quedado tras pasar la enfermedad.
Vivía sola antes de la pandemia y por recomendación médica volvió a casa de sus padres, que le acompañan a sus muchas sesiones de médicos y pruebas. Gracias a ellos, reconoce, puede tener "una vida más normal". Pero su vida no es normal: "Básicamente es como la de una enferma, tomo ocho pastillas al día".
Asegura que era deportista, comía sano y ahora no puede hacer muchas cosas. Por eso, manda un mensaje a aquellos jóvenes que ha día de hoy siguen sin cumplir con las recomendaciones de Sanidad: "Todo el mundo se cree que es invencible hasta que le sucede".
"El individualismo lo debemos dejar de lado, esto afecta a muchísima gente", lamenta. A quienes no usan mascarilla o hacen botellones "les dejaría que probasen lo que yo he sufrido y la incertidumbre de no saber si quedaran secuelas o si recuperaré la vida de antes".