Después de saber sobre la decisión de Estrasburgo, Manuela lamenta que la vida de su hermano, junto a las demás víctimas de Inés del Río sea tan gratuita. “Mató a mi hermano, ha pisoteado los derechos humanos de 23 personas y ahora pide sus propios derechos”. Asegura que no entiende cómo estas vidas pueden costar tan poco a esta terrorista de ETA.
Manuela Lancharro cuenta que el monumento que se alzó en honor a estas víctimas de ETA es para ella todo un símbolo que venera con flores, ya que le supone un alivio a su dolor por la pérdida de su hermano.
“Era un bálsamo saber que estaba cumpliendo su condena”, ahora ni siquiera tiene el valor de contarle a su madre que la asesina de su hijo iba a salir de la cárcel, “ya sufrió bastante, la mantenemos a parte”. Nada puede aliviar el dolor que sintió por la pérdida de su hermano.
“Me valdría que estuviera arrepentida y que cumpliera su condena voluntariamente, eso es lo único que me consuela, pero no hay ni un ápice de arrepentimiento”.
Manuela está convencida que la violencia de ETA aún no ha acabado, “no han entregado las armas, no los creo”.