Según recoge el auto

La crueldad de Tomás Gimeno: utilizó la voz de Olivia para citar a Beatriz en el lugar del crimen

Tomás Gimeno quería crear un dolor inhumano en su exmujer, por eso actuó con crueldad. Eso es lo que trata de demostrar el auto de la jueza del caso de Anna y Olivia, que desgrana los detalles que evidencian esta teoría.

El auto del caso de Anna y Olivia es especialmente denso. En él se dan detalles de todos los movimientos de Tomás Gimeno el día del parricidio. Según ha explicado Leo Álvarez, el motivo de la densidad del escrito de la jueza es que la magistrada pretende remarcar la crueldad del padre de Anna y Olivia.

En este auto se recogen detalles que encaminan la causa hacia un tribunal de violencia contra la mujer. El motivo reside en la necesidad de Tomás Gimeno de crear incertidumbre y un dolor extremo en su expareja, Beatriz Zimmermann.

Así lo demuestran todos sus actos. La tarde de la desaparición, Tomás Gimeno sigue el horario marcado un martes cualquiera: lleva a Olivia al club de tenis, deja a Anna en casa de sus padres... sin embargo, busca un momento para revisar la lancha en la que posteriormente transportará los cadáveres. Busca que su plan no falle.

Además, pasa por su casa a las 19:47, y tan solo tres minutos después le pide a su hija Olivia que le mande una nota de voz a su madre para citarla en ese domicilio a las 21:00 horas. Es en ese periodo cuando acaba con su vida.

Se trata de un dato especialmente relevante, ya que la madre de las menores vuelve a este escenario a las 21:00 horas y ya no ve a las menores. Los datos de los investigadores sugieren, por la hora de llegada al lugar de Beatriz Zimmermann, que ambos progenitores estuvieron cerca de cruzarse, y tratan de determinar por qué la cita en el escenario del crimen en ese momento, cuando Tomás ya sale de su casa con los cuerpos sin vida de las niñas.

A las 21:50 horas Tomás llama cuatro veces a su exmujer. En diversas conversaciones, le dice que no volverá a ver a las menores y que no quiere que se críen con otro padre. Ya por entonces la miente. En ese momento, Tomás Gimeno se encontraba lastrando sus cuerpos a más de 1.000 metros de profundidad.

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