La jugadora de bádminton española Carolina Marín, tres veces campeona del mundo, siete veces campeona de Europa y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río 2016, estaba encaminada a su segunda final olímpica cuando su rodilla derecha volvió a truncar sus aspiraciones. Otra vez rotura de ligamentos, la tercera en cinco años. Por eso Gonzalo Miró apunta que "más allá del dolor físico que debe suponer una rotura del cruzado, es que ella en ese momento ya sabe lo que le ha pasado porque ya lo ha vivido".
Asimismo, Miró señala otro aspecto fundamental, "el hundimiento mental", puesto que una lesión de este tipo no sólo conlleva una recuperación física de muchos meses, además de una operación, sino también, una recuperación mental, casi aún más complicada. Que además, afrontará sin la figura de su padre, otra de las tragedias que le ha tocado afrontar a la onubense en estos últimos años.
Por eso, esta lesión, según Miró es "horrible, tremendamente cruel, a mí es que se me encoge el pecho todavía cada vez que veo las imágenes, cada vez que la escucho", sobre todo porque se produjo "a 10 minutos de jugar una final olímpica, porque la semifinal la tenía encarrilada". Marín se había impuesto por 21-14 en el primer set y en la segunda manga, arrollaba a la china He Bing Jiao, por 10-8.
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