La relación entre los dos nació cuando Urdangarin era aún muy jovencito y apenas sabía lo que era una auditoría o el tráfico de influencias.

En 1986 Iñaki entra en el primer equipo del FC Barcelona. Su padre, un militante histórico del PNV, y su madre, una aristócrata Belga, hablaron con Valero antes de regresar sin su hijo al País Vasco para encargarle una misión muy especial: cuidar de la promesa del balonmano, de su carrera, pero también de su educación.

Así, Valero le convirtió en uno de los mejores laterales derechos de la historia del balonmano. Es su padrino, quien apuesta por él a pesar de tener que dejar en el banquillo a un histórico como Mateo Garralda. E Iñaki le devuelve la confianza con 14 años juntos llenos de éxitos: 40 títulos, entre ellos seis Copas de Europa y diez Ligas Asobal. Muy pocos profesionales pasan toda su carrera en un club con un único entrenador, como en el caso de Urdangarin con Valero.

En el año 2000, Urdangarin abandona el balonmano, cuatro años después de conocer a la infanta Cristina. La confianza en la cancha entre entrenador y jugador se traslada a los despachos. Valero le paga casi 60.000 euros por unas jornadas de patrocinio en las que participa el Duque.

Rivera no podía imaginarse lo que estaba a punto de pasar. En noviembre de 2011 llega la imputación de su amigo. Valero se resiste a creer lo que sale en los medios, y promete amistad eterna: "Iñaki es una extraordinaria persona y es y seguirá siendo un buen amigo".

Valero cumple con su promesa. El 27 de enero de este mismo año, con Iñaki a punto de declarar por segunda vez ante el juez Castro, el exentrenador habla para el diario 'El Mundo'. "Pase lo que pase lo considero un amigo y todo el mundo tiene derecho a equivocarse" afirma en el diario.

Aparece de nuevo el Valero entrenador, el que acepta los errores e intenta corregirlos buscando soluciones. Le ofrece ser su sombra en Catar, donde presumiblemente firmará un contrato de dos años. Aunque no será la única amistad de esta historia.

La oferta catarí es peculiar, pero no coge por sorpresa. En Doha, Iñaki no tendrá sólo una referencia, ya que el emir Hamad Bin Jalifa al-Thani y su esposa, la jequesa Mozah bin Nasser Al Missned son amigos de los Reyes de España.

Quizá ahora los Reyes les pidan a los jeques lo mismo que los padres de Urdangarin a Valero Rivera. Porque Valero, 27 años después, sigue cumpliendo su promesa: "Iñaki es un amigo y lo está pasando muy mal. Siempre me tendrá a su lado".