Asunta conocía muy bien a sus asesinos. Es la demoledora conclusión del juez Taín. En 18 páginas de auto desgrana el crimen, señala a sus culpables. Desmonta sus coartadas y hasta apunta un móvil, un porqué Alfonso y Rosario mataron a su hija.

Porque el juez les señala sin más. Habla de un plan premeditado con la partipación o al menos consentimiento de ambos. Así salpica todo el auto de conexiones. Pese a negarlo, habría indicios de que Alfonso no estuvo todo la tarde-noche del crimen, la del 21 de septiembre, en su casa.

Incluso, como apunta el juez, se habría movido esquivando las cámaras de seguridad. No así Rosario. Su coche, su Mercedes verde, no solo fue visto cerca del lugar del crimen. También tenía restos de vómito. El rastro del ADN sitúa, según la investigación, tanto a la niña como a su madre en la finca de Teo.

Y descarta así el intento de secuestro, también el móvil sexual a priori. Aunque vayamos por partes. Quedan todo un suma y sigue de sospechosas antes. Hasta once veces arranca Taín sus argumentos con un "es sospechoso".

Con doce años y sin enfermad justificada, apunta que Asunta fue drogada durante los tres meses previos a su muerte con lorazepam, un antidepresivo comprado por Basterra supuestamente para Rosario. Pero al juez no le cuadra.

Muchos menos al saber que la propia Asunta reconoció haber tomado unos polvos blancos. Y, sin embargo, ni fue al médico, ni sus padres estuvieron pendientes de ella. Sorprende escuchar la declaración de la madrina, que decía que "Asunta estaba 'tirada' sin que nadie le hiciese caso… La pequeña pasaba días, e incluso noches, sola".

Casi incrédulo ante lo que narra, Taín incluso desmonta el supuesto despiste recurrente de Rosario sobre el paradero de su hija. Pero más allá de las sospechas, hay un sospechoso principal.

Diez meses después, Alfonso Basterra está en el punto de mira del juez. Sin rodeos le tacha de manipulador, de maltratador, siempre en la sombra. Taín nos presenta  a una Rosario dominada y a un Basterra maquiavélico. Incluso ella declaró que rompió con su amante porque "era Alfonso o la muerte".

Aunque el juez también habla de un Basterra humillado por la infidelidad. Y ésta es quizás la parte más comprometida del auto de Taín, porque si bien descarta como les decíamos, el móvil sexual a priori, al final lo deja caer.

Y esta vez el ADN es el de Basterra. Del que recuerda que no quiso pasar ninguna prueba psicológica. Un hombre, destaca el juez, sin arraigos ni trabajo... Por eso le mantiene en prisión, a la espera, como su supuesta cómplice, de enfrentarse a un jurado popular por asesinar a su hija.