Justo cuando se cumple un año del crimen de Asunta, aparece esta esquela en el correo gallego, el periódico en el que trabajó Alfonso Basterra: “En memoria de Asunta Yong Fang ‘te querré siempre, mamá’".

365 días después del suceso tanto él como su madre, la que la recordaba, eso sí, sin apellidos, continúan en prisión preventiva a la espera de un juicio porque la instrucción del caso ya ha terminado. El juez cree que ellos, Rosario Porto y Alfonso Basterra, mataron a su hija.

Un plan orquestado para quitársela de en medio. Habrían medicado a Asunta durante dos meses con Orfidal. Alfonso, según el juez, es el que compraba la medicación. Y así hasta el 21 de septiembre cuando le administra la última de las dosis. Suficiente para minar su voluntad mientras, su madre, señala el juez, la asfixia con un objeto blando y flexible.

Ese mismo día, ambos denuncian la desaparición de Asunta ante la policía y el cuerpo es encontrado apenas unas horas más tarde, el 22 de septiembre de 2013. Entre las pruebas más claras: una cuerda naranja que apareció cerca del cuerpo idéntica a la que tenía Rosario Porto en su finca de Teo, lugar en el que presuntamente la mataron.