La mezquita de Córdoba abrió sus puertas a la ciencia con ‘La noche de los investigadores’. Quería ser un punto de encuentro entre la teología y el resto de disciplinas. Por primera vez, una feria de divulgación científica iba a desarrollarse en uno de los soportales del Patio de los Naranjos.

Sin embargo, detrás de esa puerta abierta, había una barrera: una de las actividades programadas, que pretendía mostrar los estudios científicos realizados en el campo de la moral y debatir sobre las temas como la eutanasia, no pasó el filtro del Cabildo Catedralicio.

Lo que yo voy a contar son cuestiones de ética, de filosofía política y moral. Pedimos explicaciones y dicen que, en su casa, de moral sólo hablan ellos”, explica Fernando Aguiar, filósofo y experto en ética experimental.

Por ello, Aguiar tuvo que impartir su curso titulado ‘Juegos al límite de la moral’ fuera de la Mezquita. El resumen de los contenidos que tuvo que enviar al Cabildo no convenció a los eclesiásticos. “En mi caso, la censura previa y posteriormente veto”, asegura el experto.

“Han censurado, como si estuviéramos en tiempos franquistas, una actividad porque trataba, según ellos, un tema ético que no tiene nada que ver con la religión católica”, señala Miguel Santiago, portavoz de la plataforma ‘Mezquita-Catedral de Córdoba’.

Patrimonio de la humanidad declarada por la Unesco en 198, en 2006 el obispado de Córdoba se valió de una ley franquista para registrar la Mezquita como emblema de la ciudad a nombre de la iglesia. Ya entonces le cambió el nombre a Catedral  y, con el debate sobre su titularidad aún abierto, la polémica se vuelve a instalar bajo sus puertas.

‘La noche de los investigadores’ fue, según el cabildo catedralicio, un éxito absoluto. No obstante, los vecinos de Córdoba cuestionan ahora el uso que hace la iglesia de su monumento más preciado.