Para muchos valiente, un juez dispuesto a enfrentarse a los poderosos. Para otros, el 16 de mayo el juez Elpidio Silva firmó su propia sentencia. Era la primera vez, desde que estalló la crisis, que un juez enviaba a prisión a un banquero. La imagen de Miguel Blesa saliendo de la cárcel ocupó portadas.

Una decisión que recabó aplausos y alabanzas, aunque poco a poco esos aplausos fueron sustituídos por críticas. El juez Elpidio Silva denunció presiones e injerencias. Comenzaron los ataques en forma de querellas y recusaciones.

La imparcialidad de un juez, su mayor y más preciada arma, puesta en cuestión y no sólo por políticos o abogados. Una jueza dió la puntilla. "No cabe derivar y presuponer esta conexidad en base a noticias de prensa, de pasillo, conocimientos extrajudiciales o sospechas".

Este auto, durísimo escrito de una compañera, anulaba la causa, pero iba más allá. Acusaba al juez de crear una caso general contra Blesa aprovechándose de la crisis. "La crisis y la "nefasta", como califica el juez instructor, gestión de Blesa no pueden servir de base".

El juez Silva se ha visto obligado a firmar la excarcelación de Miguel Blesa tras la petición de la Fiscalía de Madrid. La historia del 'juez caído' no acaba aquí. Silva tiene aún causas pendientes, recusaciones y querellas, pero los antecedentes aseguran que él no se va a quedar quieto.