Acaba de cumplir su día 11 en libertad y lo último que se sabe de Miguel Ricart es que ha dormido en albergues, en la calle y junto a las vías. Siempre seguido de cerca por dos agentes de paisano, ha estado en Barcelona, Madrid, Córdoba y Girona.
El asesino de las niñas de Alcàsser se comporta como un sin techo. Cuenta con un colchón de más de 2.000 euros por sus tareas en prisión y un subsidio de 400 euros durante año y medio. Sin embargo, le han visto caminar de noche y durmiendo al raso, junto a las vías del tren.
Siempre con su macuto negro a cuestas, con el que salió de prisión, Ricart ha intentado pasar desapercibido y hasta se ha afeitado el bigote y la barba. Sin embargo, el cambio de look no ha hecho efecto, porque a Ricart le cierran las puertas hasta en los hoteles.
Los policías le siguen, le vigilan, pero no son sus compañeros de viaje. Se baraja que cruce la frontera hacia Francia. Pero nadie sabe exactamente cuál será el siguiente paso de Miguel Ricart.
RICART, LIBRE PERO SIN TECHO