Naiara tiene 21 años y, desde que nació, padece Hepatitis C. Su madre se la contagió, pero no supo que la tenía hasta que con dos años tuvo una infección de orina y se lo descubrieron en la analítica. Con tres años, ingresó con hipertiroides y a los cinco ya comenzó con tratamiento de interferón con tres inyecciones diarias.
"Recuerdo desde pequeña ir al médico, hablar con mi profesora y no poder ir a clase", cuanta Naiara. En marzo del año pasado le tuvieron que quitar la vesícula para hacer hueco a su hígado, que no cabía al estar completamente inflamado. Estuvo en la UCI Y tres meses hospitalizada. "Le tuvieron que sacar diez litros de líquido a través de un drenaje", declara su madre.
"Mi esperanza es el nuevo tratamiento, que me puede curar. Lo tengo prescrito y no me lo dan", afirma la afectada. Su hepatólogo ha solicitado tres veces la medicación por uso compasivo, pero se lo han denegado en todos ellos.
Ha ido con su madre al 12 de octubre para ver qué ha dicho la comisión, sólo quiere vivir por primera vez como una persona normal y conseguir el tratamiento. "Yo no sé si mañana me despierto viva o muerta, son palabras muy duras pero es así, porque un hígado nunca sabes cuándo va a dejar de funcionar. Temo a la muerte porque tengo 21 años y aún no he vivido nada", cuenta Naiara.
Su caso está pendiente de resolución y en 72 horas como mucho tendrá una respuesta.