Los vecinos lo definen como un “churro”, “un palo” o una “torre muy alta” al obelisco de Plaza de Castilla. A pesar de llevar cinco años en Madrid, es el gran desconocido para muchos. El regalo del expresidente de Caja Madrid en 2009 lo hizo el arquitecto Santiago Calatrava. Sin embargo, la mayoría de madrileños no saben quién lo diseñó.

El origen de la polémica del monumento viene por su alto coste de mantenimiento y seguridad, ya que costaría unos 150.000 euros a las arcas públicas del Consistorio. Además, su precio desorbitado en 2009 fue de 14 millones y medio, pero en la actualidad está tasado en 100.000 euros. “Vaya regalo que vale dinero todos los años”, cuenta un vecino.

El coste en seguridad se haría para evitar hechos como el de 2009 en el que los activistas de Greenpeace se encaramaron al obelisco, que nació con la idea de ser una escultura con vida. Los ventiladores hidráulicos le proporcionaban movimiento, lo que en la actualidad supondría un sobrecoste más. Por este motivo, ahora está parado. Se trata del primer monumento de Calatrava en Madrid que parar muchos es otra gran pifia.