Con este rotundo titular, La Voz de Galicia, afirma que los padres de Asunta se habrían coordinado para terminar -presuntamente- con la vida de la menor. Cada paso dado por la expareja  formaría parte de un plan que antes habrían ensayado y en el que terminaron repartiéndose responsabilidades.

De esta forma, según los investigadores, Alfonso Basterra se habría ocupado presuntamente de comprar las pastillas con las que habría sido sedada a la niña y de echárselas después  en la comida de ese 21 de septiembre.

Hasta el momento, la investigación no ha podido demostrar  que Alfonso se encontrase presente en la casa familiar de Teo, en donde la Guardia Civil sitúa el fallecimiento de la pequeña y como una cámara de seguridad lo sitúa cerca de su casa de Santiago en el momento de la muerte de Asunta, piensan que ahí podría terminar su participación.

Por eso, tanto el fiscal como el juez, creen que Rosario Porto es quien habría tomado las riendas desde ese momento.

Piensan que Charo habría llevado a la niña a la casa de Porto y una vez allí la habría atado de pies y manos, rematándola con la ayuda de una almohada o algo similar. El correo Gallego dice también  que la madre ya habría intentado matar a Asunta en Julio.

Los análisis del pelo de la niña revelarían dos ingestas masivas de Orfidal ese mes: una coincidiría con el momento en el que la niña llegó a clase de música completamente sedada  el día 9 y la otra con la denuncia presentada tras ese supuesto asalto nocturno que sufrió el día 21.

Cuentan también que Asunta paso el mes de agosto con su madrina, despareciendo en su cabello la concentración del medicamento durante esas semanas. Una concentración que no volvería hasta el mes de septiembre.

Todo esto es lo que la investigación tiene claro hasta ahora y sólo  les quedaría por saber cuándo, cómo y quién habría dejado el cadáver en la pista forestal.