Elisabeth tiene su casa llena de cajas. No sabe hasta cuándo podrá quedarse. No puede hacer frente al alquiler desde el pasado noviembre, por eso pide una vivienda de protección que pueda pagar. Hace dos semanas, junto a un centenar de personas que le dieron su apoyo, pudo paralizar su desahucio. Esto le permitió ganar algo de tiempo.

Todavía no hay nueva fecha para que la obliguen a salir de su vivienda. Mientras, busca soluciones desesperadamente. Con tres hijos a su cargo, una prestación mínima y una enfermedad que le impide trabajar, ha llegado a una situación límite. Del apoyo que 
le brindan, Elisabeth saca fuerzas. Así combate la incertidumbre de si mañana tendrá un techo para su familia.