¿En qué consiste el estrés hídrico? Miguel Aguado, director de B LEAF, explica que es cuando superamos la capacidad que tiene le territorio en el que estamos para generar agua limpia. Es decir, cuando consumimos más de lo que se puede generar.
Podemos calcular la huella hídrica que dejamos teniendo en cuenta el volumen total del agua que usamos, el nivel de estrés de los recursos hídricos en el país o en la ciudad en la que vivimos y la calidad del agua extraída y liberada.
"Si la huella hídrica es baja, tenemos un problema y podrá ocurrir que un día abramos el grifo y no haya agua", indica Aguado. Algo que ya ha ocurrido hasta en 17 países, donde se han cortado los grifos.
Los científicos alertan de que esto puede ocurrir en España en 15 años si seguimos como hasta ahora. Las zonas críticas a día de hoy son la zona del Delta del Ebro, Castilla-La Mancha, Murcia, Almería...
Las consecuencias del estrés hídrico son múltiples: desde el deterioro de los recursos de agua dulce, hasta tener los ríos secos o los lagos contaminados.
Ante esta amenaza, debemos reutilizar el agua con el mínimo gasto posible de energía o de productos químicos; aprovechar el agua de la lluvia; y usar la desalación y los acuíferos a modo de reserva.