Celdas de dos metros de largo en los que al estirar los brazos tocabas las dos paredes, más de 57 fusilamientos por noche y 15.000 presos conviviendo en pésimas condiciones. Así era la cárcel de Ocaña, símbolo de la represión franquista, en la que tuvo que ingresar el padre de José Sacristán.
Venancio fue denunciado por ser de la UGT, militar en el Partido Comunista y defender sus compromisos y, al acabar la guerra, ingresó en esta prisión. Pasó cuatro años de su vida encerrado y le prohibieron volver a Chinchón, la tierra que le vio crecer. "Al Venancio lo mataron, lo jodieron vivo con la obligación de no poder volver a pisar Chinchón", señala el actor.
A pesar de la dura represión que vivió la familia Sacristán Turiégano, el actor defiende que entonces "no había tiempo para el odio porque había que aplicarse en sobrevivir". "Convivías con la precariedad y eso te empujaba a vencer", sentencia.
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Además, el actor ha hablado durante la entrevista sobre política y cómo lo están haciendo los partidos actuales. Se confiesa de izquierdas, aunque cree que las formaciones que han surgido en los últimos tiempos tienen muchas carencias.
En este programa de Palo y Astilla también hemos contado con una visita muy especial: la de Concha Velasco. La actriz mantiene una relación muy estrecha con Sacristán. Así nos lo ha contado en este fragmento:
No apto para todos los estómagos
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"¿En qué cabeza malpensada y loca se puede hacer eso?", alucina Angie Cárdenas, tras ver cómo un joven ataca a sus amigos lanzándoles el líquido de la escobilla del baño.