Tres días seguidos de locura y desenfreno, sin comer, sin dormir, sin ducharse. Así eran las fiestas interminables en la Ruta del Bakalao que reinaba en los 90. Por supuesto, hay quien para aguantar tomaba drogas y en aquella época, el éxtasis y otras sustancias de diseño comenzaron a llegar a España y a arrasar allá por donde pasaban. La preocupación por este tipo de desfase llego a los medios de comunicación, que reflejaron el lado más crudo y amargo de este movimiento que en sus inicios fue cultural.

"La primera vez que escuché hablar sobre pastillas y cosas de estas fue en esa época. La gente abusaba bastante. Me llamó la atención muchísimo, una noche en una discoteca pedir una botella de agua y que me cobraran mil pesetas. Yo recuerdo charlar y preguntar por qué era tan cara. Era porque la gente, como se drogaba con pastillas, no consumía bebidas alcohólicas, pero sí agua. Entonces, subían el precio para compensar", rememora la periodista valenciana Nuria Roca en 'Pongamos que hablo de la Ruta del Bakalao'.

La madre de Carmen Alcayde, también oriunda de Valencia y adolescente en aquellos años, temía por su hija. "Me dejó sin salir. Se pensaba que estaba 'drogadita' de pastillas. Yo le decía, 'mamá, tranquila, que yo solo voy a bailar con las amigas'. Los reportajes fueron muy bestias. Se sacó el lado más oscuro que tenía eso, que era cuando la gente iba con los ojos fuera de las órbitas y se comía pastillas", cuenta.

"Aparecía en un reportaje uno que iba todo desfasado delante de la Guardia Civil haciéndose rayas. Y dices, 'coño, si esto lo están haciendo ahí delante de la Guardia Civil, ¿qué harán escondidas?'", narra Toni Vidal 'El Gitano', DJ de la discoteca Chocolate de 1983 a 1986. Una madre no dejaba a sus hija ir a Valencia por la mala fama que tenía la Ruta, asegura. "¿No has visto el reportaje ese? Todo el mundo drogándose ahí, metiéndose cosas que no saben lo que se meten y estas chiquillas que han muerto", afirma que decía la señora, refiriéndose en el último ejemplo al asesinato de las niñas de Alcàsser.

Toni Cantó destaca en el documental la importancia de no banalizar el consumo de drogas. "Yo conozco a mucha gente que se quedó muy mal después de aquello", reconoce. "Me parece que celebrarlas es algo muy peligroso", reflexiona.