Nada más comenzar la entrevista con el papa, Jordi Évole le confiesa que entrevistarle es difícil, porque su "madre es muy seguidora" de él y lo "peor que un hijo puede hacer es enfadar a una madre". El papa le responde con humor: "Dile a tu mamá que yo rezo por ella y que no se enfade. Cuando uno se enfada, tiene dos trabajos: enfadarse y desenfadarse".
El papa reconoce que ya se echó la siesta y había comido. Évole aprovecha para preguntarlo dónde come y el papa Francisco le confiesa que no tiene un salón para él sólo porque le "gusta estar con gente" y come en la "Casa de Santa Marta con todos".
El pontífice asegura que duerme bien por las noches y que "nunca" se "acostumbra a esto". Aunque es papa las 24 horas, tira de humor para asegurar que "a veces" le pasa "el volante al Espíritu Santo" y descansa "un poco". Para desconectar escucha "música clásica" y explica que no tiene teléfono móvil.
Además, habla muy claro sobre las redes sociales. El papa está "bastante desconectado de lo que se dice", aunque le cuentan las cosas más importantes. Cree que las redes son "una bendición porque ayudan mucho", "pero también pueden ser una fuente de alienamiento, una lluvia de noticias no objetivas que te crean una confusión muy grande".
"Creo que es un avance. Pero el gran peligro está en que uno, si las usa, corre el riesgo de creerse que ya está en comunicación. Y una cosa es estar conectado y otra cosa es estar comunicado", defiende el papa.
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Valencia, día uno
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