Eustaquio tuvo un derrame medular y a consecuencia de él quedó tetrapléjico. El grado de dependencia le otorgaron es grado 3, el máximo. “Es el de la gran dependencia, son 24 horas de atención. Para todas las necesidades básicas de la vida diaria”, explica Virginia Tovar, trabajadora social del Ayuntamiento de Novelda.
Hace cuatro años y medio que solicitaron acogerse a la Ley de Dependencia y aún no la ha recibido. “Ni un duro. Ni respuesta. Tanto es así, que ya lo dejaré estar”, comenta el dependiente. Eustaquio recibiría una ayuda de alrededor de 400 euros porque es un gran dependiente, una cifra que cuando salió la ley eran cerca de 600.
Sin embargo, la Administración no les debe 400 euros al mes durante los últimos cuatro años y medio porque “con el real decreto de estabilidad presupuestaria, dicen que se hace una moratoria de dos años, una especie de aplazamiento de la retroactividad y entonces, desde julio de 2012 hasta dos años después no están acumulando retroactividad”, explica Virginia.
Eustaquio y Antoñita tuvieron que adaptar su casa completamente construyendo un elevador. Unos 30.000 con los que no tuvieron ayuda. Además, los medicamentos que necesita son medicamentos a los que no puede acceder de forma gratuita, pero “no se trata ya de que los pague yo o los pague una persona que esté en mis condiciones, se trata de que son medicamentos básicos, si no los tomas, te mueres”, explica.
"De pensar lo que me espera en el día a día me encuentro agotada"
Ellos se pueden permitir que vaya un fisioterapeuta dos veces a la semana, una hora, les cuesta unos 300 euros al mes. También tienen una chica que les ayuda unas horas porque la mujer sola no puede ponerlo en la silla de ruedas que les cuesta unos 500 euros. Al mes los ingresos que tienen son unos 1.500 euros entre los dos.
Sin embargo, la ayuda que le correspondería a Eustaquio, esos 400 euros que le corresponderían ahora, tampoco cubrirían los gastos que supone el cuidado de un dependiente que, además, sigue en su casa. “La Ley de Dependencia nació con unos objetivos que no cubren las verdaderas necesidades de las personas dependientes. Había que haber hecho un cálculo real de lo que cuesta una persona dependiente. Y desde ahí, ver en qué se puede ayudar y en función de su renta, me parece correcto”, comenta la trabajadora social.
Antoñita le cuenta su día a día a Jordi Évole y asegura que “ya es levantarme y de pensar lo que me espera en el día a día me encuentro agotada”. Y es que Eustaquio cuando se acuesta por la noche, “desde las 22:00 hasta las 03:00 o antes estoy en una postura. Después, a esa hora hay que sondarme. Y entonces se me pone en otra postura contraria”, explica el dependiente.
La mujer tiene siete hernias discales y hace dos meses la operaron de una prótesis en la rodilla. Además, Antoñita confiesa que “de los huesos estaba muy mal y era él quien me cuidaba para que no hiciese esfuerzo. Y yo, cuando le pasó: "No voy a poder". Pero puedes, puedes, y me está pasando factura”
El matrimonio se siente abandonado por la Administración. “Religiosamente, durante la vida laboral de cualquier persona, va pagando y pagando todo lo que te piden. Yo creo que a mí es lógico que, cuando llegue la hora de decir: ‘Usted ha cumplido’, la Administración tendría que decir: ‘Oye, ahora voy a cumplir yo’. Y caiga quien caiga: ‘A usted le pertenecen dos reales y medio, tómelos’. Que no vengan con los inventos de que si hay que si no hay, que si recorto que si no recorto, que si esto es lo que le corresponde y, según las circunstancias, es siempre el pagano, el soldadito de a pie el que se lleva la primera mala”, se queja Eustaquio.