La madre de Verónica estaba enferma, tenía un problema de movilidad. Tenía una cadera que se le rompió dos veces y por la cual la operaron cuatro veces, también tenía un problema en el hombro y por ese motivo no podía moverlo, no podía peinarse y no podía comer ella sola. “Mi madre era una persona dependiente de mí”, le explica a Jordi Évole.
Ha estado aproximadamente seis años cuidando de su madre sin nadie que le ayudase porque es hija única. Por ello, decidió pedir ayuda a la Administración porque para eso había una Ley de Dependencia.
Desde que presentó la instancia hasta que la Administración le contestó pasaron “prácticamente dos años. A partir de ahí, fue una persona, un valorador, que habló con la persona enferma. El valorador me dice que mi madre puede servirse de sus facultades para hacer el día a día. Eso es lo que él me dice”, comenta.
De manera que hizo dos cosas: La primera, ir a Servicios Sociales a pedir ayuda. “Ellos me dan los clínex y me dicen: ‘Verónica, no llores, por favor, estamos aquí, pero no te podemos ayudar. Nosotros te entendemos perfectamente, sécate las lágrimas, pero vete a tu casa y cuida a tu madre’”, asegura.
Ante la respuesta que de la Administración Verónica recurre. “En el recurso les indico que, además de que no se corresponde con la realidad, les aporto informes médicos que demuestran que la situación se ha agravado”. Y es que su madre iba perdiendo a medida que avanzaba el tiempo. “A mi madre le habían detectado un tumor en la columna y la habían operado. Ella es inválida”, explica.
Finalmente la valoran como dependencia severa que incluye una concesión de ayudas. Sin embargo, “para que las ayudas se conviertan en efectivas, me dicen que tienen que emitir un PIA, un Plan Individualizado de Atención o Plan Individualizado de Asistencia. Desde el 1 de marzo del 2011 hasta marzo del 2013 no ha habido ningún momento para resolver un PIA. Estamos hablando de dos años. Dos años”, lamenta.
"No me quedan fuerzas para seguir reclamando"
Durante todo este proceso de papeleo, de burocracia, Verónica no ha cobrado nada. “El día antes de morir mi madre, ni madre murió en mi casa, por la noche, necesitaba cambiarle los pañales, necesitaba que estuviera aseada, y yo no podía, no podía sola, porque mi madre estaba inconsciente y era una situación muy difícil. Yo no podía. Tuvo que bajar mi vecina. Hasta ese punto, no he recibido ningún tipo de ayuda. Nada en absoluto”, comenta.
Ahora ya no se plantea seguir reclamando. “No me quedan fuerzas, no me queda dinero” Verónica cree que le debe la Administración unos 8.000 euros. “Yo he hecho un cálculo rápido, calculé entre siete u 8.000 euros. Dinero que no voy a recuperar jamás”, asevera.
Trabajaba de responsable de Recursos Humanos, después pasó a trabajar en una empresa importante, pero su madre empezó con los problemas de la columna y tuvo que dejarlo. Ahora vive en Madrid y trabaja de teleoperadora porque no encuentra de lo suyo. “Además de la crisis y los problemas que tenemos en la economía española, hay un agujero en mi currículum. Una empresa, cuando ve a una persona que ha estado cuatro o cinco años sin trabajar, dice: "Bueno, ¿por qué has estado sin trabajar?”, explica.
Verónica explica que en una situación viviendo con una persona dependiente, “tu vida es como si se dividiera en dos, como si tuvieras que vivir tu vida y la vida de la otra persona, porque la otra persona no la puede vivir por sí misma. Esa es la vida de un cuidador con un dependiente. Media vida”, declara.
La última vez que llamó a los Servicios Sociales fue en marzo de 2013. Jordi Évole llama con Verónica para comprobar en qué estado se encuentra aún el expediente. No hay respuesta.
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