El show de Trump: alerta naranja

Antes de Trump fue Bush: Putin sabe cómo acercarse a los líderes que le interesan para conseguir sus objetivos

El contexto La cercanía entre Trump y Putin preocupa a la Unión Europea, que comparte su seguridad y su defensa con Estados Unidos en la OTAN.

La cercanía entre Trump y Putin preocupa a la Unión Europea, que comparte su seguridad y su defensa con Estados Unidos en la OTAN.

"Cuanto más fuertes y más malvados, mejor me llevo con ellos". Es lo que le dijo Donald Trump al mítico periodista Bob Woodward, cuando le preguntó su opinión sobre Vladímir Putin en 2020. Al presidente de Estados Unidos le gustaba aquel varonil exagente del KGB, que lo mismo montaba a caballo a pecho descubierto, que se sumergía hasta el cuello en agua congelada o hacía llaves de judo ante los medios de comunicación.

Cinco años después, Trump está de nuevo en la Casa Blanca y su afinidad con el presidente ruso vuelve a dejarse ver tanto en sus acciones, como en su discurso. Porque Trump ha llegado a decir que la guerra con Rusia la empezó Ucrania o que Zelenski es un dictador, después de que Putin le comprara otro bulo. Ese de que, a Trump, los demócratas le robaron las elecciones en 2020.

El exespía ha sabido acercarse al americano, pero no es la primera vez que Vladímir Putin recibe elogios de un presidente estadounidense.

George W. Bush, el amigo de Putin

Estamos en 2001. Las torres gemelas han caído y Vladímir Putin es el primer mandatario mundial en ponerse en contacto con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Un mes después, Estados Unidos comienza su "guerra contra el terror" atacando Afganistán y Putin le ofrece las bases militares que los soviéticos habían desplegado en su día en Asia Central, para favorecer la invasión.

Pero no es el primer movimiento del presidente ruso para caerle en gracia a Bush. En junio de ese mismo año, George y Vladímir se habían conocido en persona en una cumbre bilateral en Eslovenia. Allí, el presidente ruso había compartido una anécdota personal que, casualmente… o no, conectaba con la devoción cristiana de Bush.

Según Putin, en tiempos de la Unión Soviética, su madre, una cristiana ortodoxa que mantenía su fe en tiempos comunistas, le había regalado un crucifijo que había sido bendecido en Tierra Santa. Años después, la casa de campo del presidente ruso en Sochi quedó destruida en un incendio. Lo único que se había salvado era aquella cruz. Uno de los empleados de Putin había encontrado el crucifijo intacto entre escombros y cenizas.

La historia conmovió a Bush, que en la rueda de prensa posterior, soltó una frase que impactó a su equipo: "He mirado al hombre a los ojos. Lo he encontrado directo y digno de confianza. He podido hacerme una idea de su alma".

Al poco tiempo, Bush invitó a Putin a su rancho de 648 hectáreas en Texas porque "uno invita a su casa a los amigos". El presidente de Estados Unidos recogió a Vladímir y a su mujer en el avión, y los llevó conduciendo él mismo en su camioneta. Putin, se convirtió así en el primer líder extranjero en visitar el rancho.

Cuando zarpó el amor

Meses después, en mayo de 2002, sería Putin el que ejercería de anfitrión con el matrimonio Bush en Moscú y San Petersburgo. En la visita el presidente ruso los llevó al ballet y los paseó en barco por el río Nevá. Pero también aprovechó para comprobar lo crédulo que podía llegar a ser el americano.

En una de sus conversaciones, Putin le explicó a Bush el supuesto proceso por el que se obtenía el caviar. Según le contó, los rusos extraían los huevos del vientre del esturión, lo cosían y lo devolvían al río Volga. Al parecer, Bush se creyó aquel amago de 'fake news', pero aquello no afectó a su amistad que no se enfrió hasta el segundo mandato del americano.

Entonces, uno de los objetivos que Bush se había marcado para su presidencia era "terminar con la tiranía en el mundo" y aquello no cuadraba mucho con la creciente centralización del poder que estaba practicando su amigo ni con la desaparición de opositores.

Aquellas fricciones fueron a más, precisamente, a cuenta de conflictos con países que habían sido satélites de la URSS y, en especial, de Ucrania. La "Revolución Naranja" dejó a Rusia sin un aliado en Kiev y, años después, en 2008, Bush se convirtió en el primer presidente estadounidense en apoyar la entrada de Ucrania en la OTAN.

De momento, que sepamos, Trump no ha invitado a su amigo Putin a dormir en el rascacielos que tiene en Nueva York con su nombre, pero Putin sí ha dicho que estaría encantado de recibir al flamante presidente americano en su tierra. Veremos cómo evoluciona esta amistad que tan preocupados tiene a los europeos.