A mediados de los 90, Hezbolá quiso vender, a su manera, una cara más amable al mundo. Para ello impulsó el turismo en zonas del Líbano controladas por el grupo, presumiendo de "justicia e igualitarismo" y dando la bienvenida a los turistas y resaltando sus "valores pioneros".
"Siempre que ahora hablamos de Hezbolá pensamos en una milicia, porque vemos sus operaciones armadas contra el norte de Israel, pero es mucho más, es un movimiento social", afirma en el vídeo sobre estas líneas Ángeles Espinosa, excorresponsal de 'El País' en Oriente Próximo.
"Han montado todo un entramado de asistencia social, que incluye la financiación de escuelas, de centros de salud asistenciales, de supermercados, de cooperativas...", apunta Sonia Sánchez, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco de Vitoria, mientras que para Espinosa, Hezbolá "es un Estado por encima del Estado": "Líbano hace dos años que no tiene presidente y la persona con mayor capacidad de decidir sobre lo que va a pasar allí es el líder de Hezbolá", afirma.
Hezbolá es hoy para EEUU una organización terrorista, pero también es el partido político más votado de las últimas elecciones. Una formación que arrastra centenares de miles de seguidores con un líder escondido y hasta un laureado equipo de fútbol de Beirut con el que comparte colores, patrocinadores y seguidores. Tan extendida es su presencia que presumen de victorias contra Israel en un turístico museo de la Resistencia en el que exhiben los tanques enemigos destruidos: "Difunde sus logros militares, es una parte de crear, de construir esa fidelidad y esa solidaridad", comenta Ángeles.