Desde el principio, Ruiz Mateos se presenta como una víctima del Gobierno socialista, como un empresario modelo expoliado por el felipismo. Ruiz-Mateos es una abeja laboriosa que el socialismo ha tomado como rehén. Si Ruiz Mateos es la víctima, el bueno de la peli, necesita un malo para completar el guión: Miguel Boyer, ministro de Economía del Gobierno de Felipe González, es el elegido para el papel. Ruiz Mateos llega incluso a aprovechar los anuncios de sus empresas para atacar a Boyer y la estrategia funciona durante años.
Necesita presencia en los medios para ganarse la simpatía de los españoles. "Preparaba al pueblo español por si le devolvían el dinero que nadie protestara", preparaba Joaquín Yivncos, su abogado durante 25 años.
La expropiación de Rumasa no puede quedar en el olvido. Cualquier momento vale para recordarlo. Ruiz-Mateos se especializa en disfraces y se garantiza el éxito. Es él mismo el encargado de llamar a la prensa y como el espectáculo está asegurado, su cuota de pantalla también lo está.
De abuelo, Superman, con la camiseta del Rayo, de banquera, con tarta y velas, con mariachis, vestido de presidario… "Tenía que estar presente en los medios y gracias a eso consiguió dos diputados en parlamento europeo", revela Yvancos.
600.000 españoles compran su mensaje y convierten a Ruiz Mateos en parlamentario europeo.El escaño en Bruselas lleva premio: es un escudo contra los jueces. Ruiz -Mateos lo sabe y lo disfruta.
Ruiz Mateos acaba por cerrar el armario de los disfraces. Logra desprenderse de su imagen más esperpéntica y se cambia al traje clásico. Actualiza hasta el nombre de su emporio y lo llama Nueva Rumasa.
Poco a poco, Ruiz Mateos padre empieza a pasar a un segundo plano. Delega en dos lozanos muchachos con extremo parecido entre sí. Son sus vástagos y sólo se distinguen del padre en que a ellos no les gusta salir en la tele. El clan desaparece de la escena hasta que vuelve a abrir informativos por… una nueva mala noticia.
Nueva Rumasa es un nuevo agujero con una deuda de cientos de millones de euros. Más de 100 empresas en caída libre. Clesa es la más grande, hoy sólo queda este enorme edificio en ruinas.
"Son trileros. Con mentiras siempre. Diciendo que iban a traer dinero de un banco u otro. Te trataban de una forma muy cariñosa, diciendo que se iba a solucionar. Sobre todo el padre. Lo tenían todo muy bien estudiado. Nos llamaba por nuestro nombre", explica un extrabajador de Clesa.
Cuando los bancos dejaron de prestar dinero a los Ruiz Mateos, se inventaron un nuevo sistema: los pagarés. Los Ruiz Mateos se hicieron con más de 500 millones de euros. En total, unas 4000 familias afectadas. Encontraron inversores hasta en los barrios más humildes, siempre aprovechando las debilidades de la gente.