Hace 24 horas, Rodrigo Rato sale de su casa. Pero no le espera el chófer, sino un coche policial. Sus escoltas son esta vez los agentes del servicio de vigilancia aduanera. El exvicepresidente del Gobierno, el hombre que pudo reinar, está detenido.

Es el momento cumbre de los cuatro días que hundieron a Rato. El martes 14 de abril, la primicia salió de Vozpópuli: Rato está siendo investigado. El miércoles 15 fue el día del silencio: el de Rato, el de Rajoy y el de De Guindos que, aunque habla, lo hace para decir que no puede decir nada.

El jueves 16, Rato empieza el día cambiando de estrategia. Niega todo en un comunicado: “No me consta que el SEPBLAC me haya abierto una investigación por supuesto blanqueo de capitales ni tengo ni he tenido ninguna sociedad en Gibraltar e Islas Vírgenes".

Lo que no aclara es si se acogió o no a la amnistía fiscal. El ministro de justicia lo hace por él. La investigación está en marcha. A media mañana, laSexta le pregunta y Rato calla, pero unas horas después, los agentes de aduanas llaman a la puerta de su casa.

Hacienda lo ha denunciado y la Fiscalía ha pedido el registro de su piso en uno de los mejores barrios de Madrid. Los agentes lo detienen allí mismo. Le obligan a presenciar tres horas de inspección y a acompañarles a su despacho. Es la primera imagen de Rato bajo custodia policial.

La denuncia incluye al menos tres delitos: fraude, blanqueo y alzamiento de bienes. Rato no recupera la libertad hasta pasada la medianoche. Abandona su despacho, llega a su casa y, para poder entrar, tiene que llamar al timbre. Minutos después traslada a varios medios que ha colaborado activamente con la Justicia.

El viernes 17 se conoce que Rodrigo Rato es parte de una lista de 705 personas a las que Hacienda mira con lupa, la mayoría políticos o funcionarios. Todos se acogieron a la amnistía fiscal de Gobierno, esa que Montoro no quiere llamar por su nombre. Se cree que pudieron usarla para blanquear dinero ilegal. Amnistiados y blanqueadores: una acusación que ya ha caído sobre otros viejos conocidos del PP, pero ninguno que duela tanto como Rato.

Porque Rato era el ministro del milagro económico, el hombre que sermoneaba a los españoles sobre la importancia de pagar impuestos, el político honrado que clamaba contra la injusticia de las amnistías fiscales. De ministro de Economía a presunto blanqueador. Ahora es él quien tiene que dar explicaciones. ¿De dónde ha sacado el dinero que le acusan de blanquear?