La tarjeta negra de Blesa echó humo hasta el último día que fue presidente. Fue el 28 de enero de 2010. 24 horas antes de ceder el sillón -y la tarjeta- se dio el último capricho: Más de 4000 euros en informática y telefonía de El Corte Inglés.
Es sólo el último de una larga lista de homenajes que Blesa se dio a costa de Caja Madrid. El desglose de gastos de la tarjeta ‘black’ describe las pasiones del expresidente: el vino, la moda y las joyas.
Blesa mantenía al día su selecta bodega gracias a la tarjeta negra. 21.936 euros se gastó en una vinoteca. Su segunda pasión es la moda. Un ejemplo: 4.000 euros en tiendas de Louis Vuitton. Las joyas son la tercera perdición de Blesa con su tarjeta. Llegó a gastar 6.000 euros en la joyería Suárez de Madrid.Y si en pleno verano apetecía un refrigerio, nada de escatimar. Cargó 916 euros de una sola vez en una heladería.
Blesa no guardaba su tarjeta solo para las grandes ocasiones. Tiraba de ella para todo. Así pagó por ejemplo 6.40 en el metro de Madrid, 38 euros en cápsulas de café; 26 euros en unas copas en Gabana; 1.50 en un peaje o 100 euros en cabinas de teléfono, aunque tenía móvil de empresa.
Pero si algo le gustaba a Blesa del dinero, era tocarlo. Acudió al cajero 154 veces para sacar, en total, 86.195 euros en efectivo. 13 años disfrutó Blesa al frente de Caja Madrid. Y no se privó de nada. Se concedió a sí mismo un millón de euros en créditos sin comisiones ni sin avales.
¿Su sueldo? el de su antecesor multiplicado por 18.