En la versión original de 'Toy Story 3', cuando uno de los protagonistas se estropea, habla en un perfecto castellano. Sin embargo, si vemos su versión doblada en español, cuando está defectuoso habla andaluz, para incordio de sus amigos. Lo estropeado, simbolizado a través de acentos como el andaluz. Woody, Buzz y compañía son un perfecto ejemplo de glotofobia.
"Glotofobia sería ese paraguas amplio de discriminación por cuestiones lingüísticas, bien sea por la variedad que es alguien; acento, formas típicas; bien sea por cómo habla", explica en el vídeo sobre estas líneas Antonio Martín Piñero, lingüista e investigador de la Universidad de La Laguna. La discriminación por los acentos ha llegado incluso hasta el Congreso de los Diputados, donde hace sólo un par de meses Unidas Podemos impulsó una iniciativa para evitar el estigma por la manera de hablar.
Ponían como ejemplo a la ministra socialista María Jesús Montero, a la que la oposición no ha dejado de afearle expresiones como "chiqui", típicamente andaluzas. En 2009 fue otra ministra andaluza, Magdalena Álvarez, quien por su acento sufrió la burla de una diputada autonómica del PP. "El andaluz sigue siendo un acento que tiene una carga social negativa importante", apunta Martín, mientras que Antonio del Campo, catedrático de Antropología Social en la Universidad Pablo de Olavide indica que "hay andaluces que hablan muy bien, con una creatividad fabulosa, hay otros que tienen un léxico muy reducido y eso se encuentra en absolutamente todas las regiones".
De 'Sociópolis' a Paiporta
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