La lista de evasores en la historia reciente en España es grande, tanto que se podría hacer un ‘libro de jugadas’ en el que destacarían unas cuantas. ‘Hacerse un Arantxa’ es un movimiento clásico para distraer a Hacienda. Declara su residencia en Andorra para pagar menos impuestos pero es falso, en realidad vive en Barcelona.
Fue esta modalidad la que adoptó la tenista Arantxa Sánchez Vicario para evitar pagar a Hacienda entre 1989 y 1993. Acabó condenada a pagar tres millones y medio de euros. Todavía debe casi la mitad de ese dinero. Montserrat Caballé también se hizo ‘un Arantxa’. Dijo vivir en Andorra pero se demostró que vivía en Barcelona. El Estado le reclama medio millón de euros. Ahora, la cantante ha pactado con Hacienda para pagar y evitar su ingreso en prisión.
La segunda jugada del evasor fiscal, ‘hacerse un Messi’. Consiste en vivir y tributar en España por tu sueldo, pero no por todos tus ingresos. Lo que ganas por derechos de imagen lo gestionas a través de un paraíso fiscal y todo ese dinero, no paga impuestos.
Belice fue el paraíso elegido por el jugador del Barça hasta que Hacienda le pilló. De momento, ya ha pagado 53 millones de euros y se ha convertido en el primer contribuyente en España. Hoy sigue imputado por fraude fiscal.
Tercera jugada, ‘hacerse un Torroja’. Se trata de traspasar tus ingresos de sociedad en sociedad hasta un paraíso fiscal para despistar a Hacienda. Pero a la cantante, hacienda también la cazó. Pagó una multa de 1,4 millones de euros para evitar la cárcel.
Cuarta jugada del evasor fiscal ‘hacerse un Jordi Junior’. El ‘Jordi Junior’ es la jugada evasora más simple, llevar el dinero en efectivo en una maleta, esquivar la aduana y entregarlo a salvo a tu banco en Andorra. Era lo que, según su exnovia, hacía Jordi Pujol Ferrusola, en sus frecuentes viajes al principado cargado con una mochila.
laSexta Columna
El 'efecto Kamala Harris': la llegada de la demócrata que ha dado un vuelco a las encuestas en Estados Unidos, pero ahora se reduce
Hasta la renuncia de Joe Biden, las encuestas de intención de voto iban en picado para el partido demócrata, hasta la llegada de la vicepresidenta que ha dado un vuelco a todas las previsiones en un cambio denominado el 'efecto Kamala Harris'.