A causa de los crímenes de los que le acusaba el franquismo, Julián Grimau se enfrentaba a un consejo de guerra por rebelión militar. Por eso tuvo que elegir un abogado del ejército franquista. Era Alejandro Rebollo, el padre de Belén Rebollo, que por primera vez cuenta su historia en un medio de comunicación.
Belén explica en el vídeo sobre estas líneas que "mi padre no tenía una simpatía ideológica por Julián Grimau, él era comunista y mi padre una persona muy ligada a Acción Católica". Esta mujer comenta que "el consejo de guerra sumarísimo fue muy precipitado": "Si el fiscal había tenido tres meses el sumario, a mi padre le dieron tres días para estudiarse miles de folios", apunta.
El fiscal pedía para Grimau la pena de muerte por un delito de rebelión continuada desde 1936, a pesar de que, después de la guerra, Grimau había pasado más de una década fuera de España. El abogado creía que el caso se podía ganar: "La defensa jurídica era sencilla, porque las pruebas no se sostenían", continúa Belén, que recuerda que cuando finalizó el juicio, que apenas duró cinco horas, uno de los vocales "habló con mi padre y le acusó de ser el responsable de todas las manifestaciones, huelgas que había en el extranjero. Cogió un periódico y se lo tiró a la cara y le dijo 'ahí tienes tu salario'".
María Luisa Suárez, que formó parte del grupo de abogados comunistas que intentaron salvar a Grimau, recordaba que "hablé personalmente con Alejandro Rebollo y le dije 'tenemos una impresión muy mala' y dijo él 'qué tontería, ya veréis como no'". La misma tarde del juicio la sentencia se hizo pública: Julián Grimau había sido condenado a muerte. "Cuando él sale del juicio, sale con esperanza. No pensaba que iba a aplicarse la pena de muerte", explica Belén.
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