Jesús tiene dudas por el Brexit, como otros miles españoles que oficialmente viven en el Reino Unido. Tiene tres hijas y trabajo estable en Manchester desde hace seis años. En 2016 se aprobó el Brexit, y él espera que no le afecte. Por ello, se sacó el permiso de residencia.
Es el mismo que ahora piden más de 110.000 españoles, pero Jesús teme que no sea suficiente. Espera conseguir la plena nacionalidad: "No tengo confianza en que estando Boris Johnson como primer ministro respete los acuerdos, no haya discriminación". Leyes aparte, Jesús quiere evitar otro de los problemas en auge: el clasismo.
En el Reino Unido, los trámites importantes pasan, antes que nada, por 'etiquetarte'. "Para todo: sanidad, educación, trabajo o ayudas. Te preguntan si eres blanco, negro, europeo, británico, musulmán... Son muy clasistas", ha lamentado Jesús.
El clasismo, el racismo y la xenofobia calan hasta en los más pequeños, como en las hijas de Jesús. Un día llegaron a casa hablando en contra de los inmigrantes europeos: "Para ellas es algo inocente, se lo oyen a otros niños que escuchan esas conversaciones en casa". Pero esa inocencia tiene una expresión mucho más cruel: desde la campaña del Brexit, las agresiones a inmigrantes se han duplicado, y también a españoles.