En la vieja España, dios estaba por encima de todas las cosas. Siempre presente, alzado sobre su cruz, testigo junto al monarca en aquello del juramento ministerial.
Sin embargo, en la España de hoy, no hay dios que valga sobre la mesa. Los ministros del Gobierno de Sánchez han prometido entre risas y algún chiste susurrado al oído. Distendidos, sí. Algunos con reverencia al rey y otros saludándole con un breve movimiento de cabeza.
Alberto Garzón afirmó que "la monarquía no es trigo limpio", o que Felipe VI "es un rey que no pisa el suelo que pisa la mayoría social"; e Iglesias declaró que "al rey de España no le ha elegido nadie". Sin embargo, ahora, los del 'Viva la república', le prometen lealtad al rey.