En las historias de Roald Dahl, autor de 'Matilda' o 'Charlie y la Fábrica de Chocolate', había un pelín de crueldad pese a estar escritas para los niños. Ahora, sus herederos han permitido que los editores en Reino Unido cambien los textos de Dahl para, por ejemplo, cambiar un niño gordo por uno simplemente enorme. Lo mismo ocurrirá con las historias de Agatha Christie.
Ana Garralón, especialista en literatura infantil, señala que detrás de estos cambios hay intereses comerciales: "Los herederos, que ya no son directos, han vendido los derechos de autor a Netflix, que quiere llevar esos libros de éxito a la pantalla, hacer productos mainstream y no quieren ninguna complicación".
Sin embargo, reescribir historias no es algo nuevo, Disney lo lleva haciendo desde hace décadas, porque aunque 'La Sirenita' acabara casándose con el príncipe, en el texto original moría sola y con el corazón roto. En el caso de la Cenicienta, sus madrastras llegaban a mutilarse el pie para conseguir que encajara en el zapatito de cristal, algo que nunca vimos en la versión de dibujos animados. "Disney busca finales felices que no ofendan a nadie", afirma Garralón.
Esta tendencia se repite en las librerías, donde Garralón repasa varias versiones de Caperucita Roja suavizadas por todas partes: "Lo políticamente correcto está haciendo mucho daño en la literatura infantil, hay una autocensura por la que los autores de repente no escriben cosas porque piensan que las editoriales los van a rechazar", explica.
De 'Sociópolis' a Paiporta
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