Silleda, en Pontevedra, es un pueblo con su típico pleno rural en el que los concejales de la oposición se emplean a fondo en repartir al alcalde, que no duda en devolver los golpes. Sin embargo, cuando la sesión se levanta y laSexta Columna se encuentra con los representantes de los diferentes partidos, todos ellos coinciden en una cosa de cara a las próximas elecciones municipales: el vertedero que hay en la localidad tiene que acabar. "Esperamos que no se vuelva a abrir" afirma rotunda Tania Cornado, portavoz del BNG en el consistorio.
El actual alcalde, Manuel Cuiña, explica que los problemas con el vertedero hace más de veinte años: "Se solicitó un vertedero de inertes. La gestión fue muy mala, porque se vertieron inertes pero no como se debía. Se vertió incluso amianto. Venían muchos plásticos, papeles, cartón y aislamiento ligero y cada vez que venía viento se llevaba esos plásticos a un kilómetro a la redonda".
Esos vertidos han afectado a la joya de la zona, la cascada del Toxa, que el portavoz del PP en esta localidad también defiende, aunque signifique pelearse con la Xunta que gobierna su propio partido y de la que depende el vertedero.
Una vida de lucha
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