Doñanaes hoy un símbolo de cómo estamos gestionando el agua en nuestro país. Allí uno de los principales arroyos ya está contaminado por fertilizantes agrícolas. Lo mismo ocurre a más de 600 kilómetros, en Toro, Zamora, tierra de vinos, pero sin agua de grifo para beber ni para cocinar.
"No era potable según las analíticas del arsénico y hasta ahora", explica uno de los muchos vecinos que tienen que hacer acopio de garrafas de agua en las depuradoras. Tomás del Bien es alcalde de esta localidad y su día a día ahora es revisar las analíticas del acuífero donde la sobreexplotación del agua ha disparado los niveles de arsénico.
"Lo sabíamos hace ya 20 años. Hay autores que alertaban de la explotación del acuífero y que tenía arsénico, no se han tomado medidas suficientes y lo estamos pagando", afirma Javier Talegón, biólogo y vecino de Toro, que recuerda que ahora los expertos también relacionan la contaminación del agua con la agricultura intensiva. "El arsénico aparece de forma natural en el subsuelo, pero además se han echado cantidades ingentes de este material tóxico a través de los herbicidas e insecticidas de la agricultura intensiva", apunta.
El regadío supone hoy más del 80 por ciento del gasto de agua en nuestro país y no deja de crecer. En el caso de Toro, ahora toca tirar de dinero de los impuestos para solucionar el problema y construir una planta de tratamiento de arsénico que se estima costará 440.000 euros. "Al final es una consecuencia más de lo que estamos haciendo en este país con el agua, que estamos contaminando, derrochando, malgastando y sobreexplotando", afirma rotundo Javier.