Cuando el 4 de enero un presidente en funciones nos hablaba de los desafíos para este 2020, no sabía lo que se le venía encima. Tampoco lo sabía Iñaki López, quien días antes brindaban por el Año Nuevo. Lo que vino solo dos meses después todos lo sabemos: una pandemia mundial.
El 2020 ha sido una caída en picado y tras el borroso espejismo del verano, llegó una montaña rusa de datos y emociones. A principios de septiembre, cuando la curva de contagios comenzaba a subir peligrosamente, llegó otro jarro de agua fría desde Oxford: el frenazo a su vacuna.
Por si fuera poco, los políticos habían perdido definitivamente las formas. Mientras, la segunda ola alargaba más las colas del hambre y obligaba a cerrar negocios y quitaba de media a los españoles casi un año de vida. Justo en ese momento llegó un titular como una bendición: una vacuna segura que funciona. Así, el Gobierno puso fecha al supuesto principio del fin. En 2021, dependiendo de lo que hagamos nos adentraremos en un desolador túnel o puede ser el año de la esperanza.