Una idea que España pone en duda y una disputa que traspasa fronteras pero con consecuencias, que se quedan en tierra. Los gibraltareños creen que el Gobierno usa el conflicto para tapar sus problemas.
Algunas voces, acusan al Gobierno de responder al conflicto con un endurecimiento en los controles de entrada y salida del Peñón con un solo fin, provocar el caos. Desde Londres, se toman cartas en el asunto, que llama a consultas al embajador español por los retrasos en los controles.
Y desde el Ministerio de Exteriores se anuncian medidas, el ministro de Exteriores García-Margallo anunciaba que con Gibraltar Video|||57274a470cf2e03794ba3cb4|||pide cita telefónica con Rajoy, que tras 24 horas de espera, contesta. Mantienen 10 minutos de conversación donde derivan, la solución del conflicto, a sus respectivos ministros de exteriores.
De la llamada a las conclusiones, de nuevo, versiones contradictorias. Según España, “el presidente Rajoy argumentó al Primer Ministro Cameron que el acto unilateral de la instalación de los bloques de cemento en la bahía de Algeciras era inaceptable". Y sobre los controles, " obedecen al cumplimiento de su obligación de control para evitar tráficos ilícitos."
Según publicaba el presidente británico en su cuenta de Twitter, “llamada constructiva con el presidente español Mariano Rajoy. He dejado claro cuáles son mis preocupaciones sobre Gibraltar, y que nuestra postura sobre la soberanía no va a cambiar”. Y sobre los controles, David Cameron explicaba: “al mismo tiempo, el presidente Mariano Rajoy, se comprometió a reducir las medidas de control en la frontera”.
Los diarios ingleses acusan: “Colas en Gibraltar: España está usando esta última disputa para tapar sus escándalos de corrupción”.
Y desde España, apoyo en el fondo, pero no en la forma: “le decimos al Gobierno que hay determinadas formas de hacer las cosas que no arreglan las cosas”, afirmaba el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien señalaba que “nuestro ministro de Exteriores a veces se olvida de la diplomacia”.
Y mientras tanto, en Gibraltar, siguen las colas y el nerviosismo, esta vez, por la llegada de distintos buques de la fuerza naval británica. El portaaviones Illustrius se queda en Rota, pero otros tres buques de la Royal Navy, harán parada en el peñón, el próximo lunes.
Un nuevo pulso, un nuevo conflicto, dos países enfrentados y una solución, que por el momento, sigue sin llegar. Una vieja pugna, con nuevas caras y el mismo debate: Gibraltar… ¿español?
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