Para Blas Moreno, codirector de 'El Orden Mundial', la rebelión del Grupo Wagner debilita a Vladímir Putin, cuyos retos "empiezan ahora" y pasan por "gestionar la decepción que ha causado entre toda su población y también entre la élite", tras constatar que "no es un líder tan fuerte como pensábamos y su régimen no está tan controlado como creíamos".

En este sentido, Moreno incide en que precisamente "la fuente de poder" y "legitimidad" de Putin desde su llegada al Kremlin es "la imagen de fuerza que proyecta, de control, de saber lo que tiene que hacer y de tener a todo el mundo controlado". Algo que ahora se desmorona, "desde el momento en que alguien te desafía abiertamente e incluso lleva sus tropas a tres horas en coche de Moscú".

Asimismo, el analista incide en que el líder de Wagner "desmonta" su narrativa sobre la guerra e "insulta directamente y de forma muy violenta" a su general en jefe y su ministro de Defensa y, pese a todo ello y a que el propio Putin le ha tachado de traidor en televisión, "luego no pasa nada": la sensación -resume-, tanto a nivel interno como hacia el exterior, es por tanto de que "Putin es un líder mucho más débil de lo que pensamos".

"La élite rusa se ha dado cuenta de que Putin no es alguien en el que puedan confiar al 100%", continúa el experto, que concluye que, "pase lo que pase con Prigozhin, que quizá se exilie o quizá acabe muerto de forma sospechosa", el reto para el presidente ruso "empieza ahora y va a ser gestionar la decepción que ha causado entre toda su población y también entre la élite"