"Los niños están todo el día echando pulsos a los padres", afirma Iñaki Urrutia, por ello pregunta a Raquel Perera qué se debe hacer cuando estos no hacen caso y responden en forma de rabieta cuando no consiguen lo que quieren. La psicóloga expone que "todo lo que antes funcionaba, que era el famoso castigo, ahora no funciona".

"Aunque el castigo, aunque sea una consecuencia es una consecuencia negativa y trae dolor, frustración, rabia e impotencia", explica la psicóloga. Además, como indica, parece funcionar al principio pero "la verdad es que no es duradero para nada". "Solo vale para que la conducta futura se encamine para evitar ese castigo pero ni hay aprendizaje ni se modifica la conducta, solamente la controla", añade.

Ante una rabieta, los padres pueden "tirar de las consecuencias educativas que sí que son acciones que refuerzan la conducta y llevan al niño a un aprendizaje y a que sí se responsabilice de sus actos", expone Raquel. "Por ejemplo, si el niño ha pintado la pared en lugar de castigarle hay que decirle que hay que limpiar la pared", indica la psicóloga.

"Es una cuestión de mucha comunicación, mucha negociación, siempre basado en el acuerdo y no en la amenaza", añade Raquel, "y sobre todo reforzar positivamente cuando hacen las cosas bien". Sobre el refuerzo positivo, Perera indica que no se deben premiar cosas normales que los niños deban hacer, por ejemplo, lavarse los dientes, "pero sí hacen cosas y empiezan a tener su pequeño patrón de aprendizaje y hacen las cosas sin tú tener que decírselas sí que es interesante premiarles".