Existen algunas personas que, cuando viajan en avión, se dejan la educación en tierra. La queja más común entre los pasajeros es sobre los pies, pues hay quienes no solo se descalzan durante el vuelo, sino también los colocan sobre los reposabrazos o los reposacabezas de otros viajeros.
Dani Mateo confiesa haberse descalzado una vez en un viaje en tren y haber apoyado los pies en el asiento de delante mientras dormía, pero admite que fue entonces cuando aprendió que no debía hacerlo tras despertarse y encontrar una sorpresa.
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"Tenía el dedo gordo atado con el cordón de un móvil a la parte de arriba del asiento", recuerda el presentador, que comenta que su despertar fue algo parecido a estar en "el Museo del Jamón".