El divulgador medioambientalJavier Peña visita Zapeando para contar una curiosa historia protagonizada por una manada de lobos que consiguió cambiar el cauce de los ríos en el parque nacional de Yellowstone. Como explica Javier, los lobos siempre habían estado considerados como alimañas y, por ello, a principios del siglo XX comenzaron a cazarlos para así proteger al ganador, a los ciervos o a los bisontes. Esto provoco que en 1926 se lograra erradicar la población de estos animales en el parque estadounidense.
Las consecuencias de esto fueron muy negativas. Como cuenta Peña, "los alces y los ciervos podían moverse por todo el parque, comer todo lo que querían y, al haber demasiados herbívoros comiendo en el mismo sitio empezó a reducirse la vegetación". Y esto también afecto al resto de especies del parque ya que las poblaciones de, por ejemplo, insectos, pájaros o pequeños mamíferos. "Fue declinando la riqueza natural de todo el parque", argumenta.
Los castores también se vieron afectados por la desaparición de los lobos. Los sauces y la vegetación de ribera también se vieron afectadas, que es la alimentación de estos mamíferos durante el invierno, lo que hizo que los castores tuvieran que desaparecer del parque hasta que la población de estos animales se vio reducida al mínimo.
Estos animales elaboran presas y sin estas en los ríos y sin las raíces de ribera, que sujetaban la tierra, los ríos cada vez arrastraban más sedimentos y se volvieron más anchos y más rectos y eran menos profundos. "El agua se calentaba cada vez más lo que redujo la población de salmones y de anfibios que necesitan aguas frías y meandros", explica Javier. Los meandros, como detalla Peña, son las curvas que hay en los ríos. "De esta forma fue reduciéndose la riqueza de todo el parque natural", argumenta. "Esto se conoce como cascada trófica", explica Javier, "quitas una especie que cumple una función clave en el ecosistema" y se genera este efecto dominó.
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