Agosto trae uno de los momentos más esperados para los amantes de la astronomía: la lluvia de perseidas. Estas fueron descubiertas en 1836 por Adolphe Quetelet, un astrónomo, naturalista, matemático y estadístico belga. "Lo tenía todo", apunta Graciela Álvarez Lobo. "Pensaba que la salvación de la humanidad era medirlo todo", añade.
El descubrimiento se produjo gracias a una colaboración científica. El astrónomo predijo que en 1836 habría una gran lluvia de estrellas entre el ocho y el 15 de agosto pero esos días estuvo nublado en Bélgica y no se podía ver nada. "Pidió ayuda a unos astrónomos americanos que confirmaron sus predicciones", explica Isabel Forner.
Mónica Cruz indica que "tuvieron que pasar 30 años más para comprender de dónde salían de verdad los meteoros". "Fue gracias a otro astrónomo italiano, Giovanni Schiaparelli, que en 1867 descubrió que las perseidas son el material que el cometa Swift-Tuttle va perdiendo a lo largo de su órbita por el Sistema Solar", añade.
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Para poder ver este bonito fenómeno astronómico, el mejor momento será la madrugada del 12 de agosto. Para poder observar las perseidas lo mejor posible. "Primero hay que buscar un lugar en alto y que no haya contaminación lumínica, con el horizonte despejado y sin obstáculos visuales", indica Quique Peinado. Para verlas debe mirarse hacia el noreste debido a que es donde está la constelación de Perseo. Por último, Quique recomienda llevar bebida fría por si aprieta el calor.