Año 2003, un asesino anda suelto y actúa de forma aleatoria, en cualquier sitio y a cualquier hora del día o de la noche, dejando una peculiar firma en el lugar del crimen. Esta podría ser la historia de cualquier serie documental o ficticia ambientada en cualquier ciudad remota de Estados Unidos, como Wisconsin por ejemplo "y estaríamos enganchadísimos". Sin embargo, esta historia real tuvo lugar en Madrid en un año en que la criminalidad estaba disparada, se conoció como el caso del 'asesino de la baraja' y reunía todos los ingredientes de un relato cinematográfico. Por eso, 20 años después la productora Marga Luis y la directora Amanda Sans, conocidas por su anterior trabajo '¿Dónde está Marta?', han decidido explorar aquel suceso en la serie de Netflix 'Baraja: la firma del asesino'.

En una entrevista por videollamada con ambas, Marga Luis nos cuenta qué tenía la historia para que decidieran llevarla a la pantalla: "Había muchos elementos para hacer una historia muy grande, teníamos a un asesino en serie que fue muy mediático y nos llamaba la atención hacer ese relato de cómo ocurrieron los hechos, cómo se contaron y qué ha pasado 20 años después". Y añade que "aunque es un caso donde hay una persona condenada, también había unos supervivientes que nunca contaron contado cómo fue todo". A la directora Amanda Sans le fascinó "la cantidad de capas que tiene y giros inesperados en la historia. Pasan tantas cosas, que el gran trabajo ha sido ir distribuyendo esa información y jugarla a nivel de estructura de guion, empleando esos giros inesperados para darle esa factura de thriller". Y añade que "a ese nivel era un bombón de historia".

El caso podía haber sucedido en Wisconsin y estaríamos enganchadísimos porque, por suerte, en España hay pocos asesinos en serie

Marga Luis, productora

Como breve recordatorio del caso, tras varios meses atemorizando a la sociedad con asesinatos aleatorios que parecían ejecuciones, el exmilitar Alfredo Galán se entregó y fue condenado como autor de seis asesinatos y otros tres intentos. A partir de los crímenes, de la aparición de cartas en varios escenarios, de los retratos robots difundidos, el testimonio de testigos y la filtración de informes los medios crearon una imagen del asesino que contrasta con la del detenido tras entregarse. "Nos han vendido una historia y luego le ves incapaz siquiera de levantar la mirada y es la imagen del antihéroe, lo contrario de la construcción que hicieron los medios.

La intención, cuenta la productora del título, era darle una visión cinematográfica y convertirlo en un thriller porque como dice Marga Luis "el caso podía haber sucedido en Wisconsin y lo hubiéramos visto aquí y estaríamos enganchadísimos porque, por suerte, aquí en España hay pocos asesinos en serie". La mayoría de asesinos en serie que conocemos y que ha retratado la ficción han actuado en Estados Unidos. Quizá por eso cuando se supo que habían sido varios asesinatos y que al lado de los cuerpos aparecía una carta de la baraja española, en concreto del palo de copas, los medios de comunicación encontraron un filón. Los medios se centraban en analizar el significado de las cartas mientras que los investigadores buscaban pistas que les llevaran al asesino.

La perspectiva mediática está recogida en la serie con el testimonio de varios periodistas de sucesos de los principales diarios que cuentan como vivieron aquellos meses. Fue un año insólito porque "la tasa de homicidios era altísima, con un crimen cada 70 horas aproximadamente". Y con el caso del asesino de la baraja la alarma social creación y había mucha presión por resolver el caso. "Nos apetecía contarlo desde todas esas perspectivas, también desde el punto de vista de la investigación porque fue un desafío absoluto para la policía y la guardia civil que, de hecho, trabajaron por primera vez juntos en esa investigación", afirma Marga Luis.

Para Sans "la intención también era aportar un punto de vista diferente e inédito. Hemos dado un papel significativo a las víctimas, las grandes olvidadas, y revisamos el caso para poner en perspectiva que (alrededor del asesino) se monta una película determinada hasta que todo se viene abajo como un castillo de naipes". Y añade: "Ese gran asesino en serie al que los medios convirtieron en mito se convierte en el antihéroe".

Alrededor del asesino se monta una película determinada hasta que todo se viene abajo como un castillo de naipes

Amanda Sans, directora

La serie huye del relato cronológico porque "para eso hay muchos artículos y reportajes". "Queríamos basarnos en la investigación porque muchas cosas no se habían contado y basándonos en eso hemos tenido la oportunidad de hacer todos esos giros". Como explica Marga Luis "hay retratos robots que no se parecen en nada, ruedas de reconocimiento que en lugar de aclarar dudas arrojan más, y también nos interesaba hablar de salud mental, de cómo tratamos los medios a los asesinos o de las filtraciones". También al poner a las víctimas en el centro del relato es fundamental hablar de la falta de responsabilidad civil en este caso, teniendo en cuenta que el asesino había formado parte del ejército donde tuvo acceso a armas. "También hablamos del mundo del ejército de hace 20 años", puntualiza.

En ese sentido, tienen mucho que decir las familias de las víctimas y las personas que sobrevivieron. Marga Luis destaca la dureza del relato del joven que tenía dos años cuando su padre fue asesinado y que no recuerda nada de él o Teresa, la dueña del bar Rojas que vio cómo asesinaba a su hijo y que luchó por su vida tras recibir varios disparos. "Lo cuenta con una entereza que para nosotras era fundamental y aún así nos dejó fascinadas. No viene sólo a contar su dolor, también a hablar de la investigación, de la presión. Tenía necesidad de hablar", explica la productora. Y añade que "mientras los medios y la policía trataban como locos de resolver el caso y dando palos de ciego, las víctimas fueron las grandes olvidadas".

El boom del género 'true crime' no deja de crecer y las creadoras de 'Baraja: la firma del asesino' o de '¿Dónde está Marta?' lo agradecen porque para ellas "es fascinante". Pero aclaran que dentro del género hay de todo. "Me interesa, me encanta y me apasiona siempre que me permita ir más allá de los hechos", afirma Marga Luis. "Hay que diferenciar el meramente descriptivo, que relata los hechos explicado con morbo y con música dramática o el que es riguroso que hace una investigación, que aporta nuevos datos sobre la historia, una nueva perspectiva, una revisión profunda del caso. Es decir, que se sitúa en otro lugar y no es una mera descripción morbosa de los hechos", distingue Amanda Sans.

De 'Baraja: la firma del asesino' las creadoras destacan todas esas claves incluidas en la serie como los testimonios de supervivientes, investigadores, periodistas o compañero de Alfredo Galán en el que ejército que, sobre todo, "ayudan un poco a desmitificar ese asesino en serie que se creó". Y después de verlo quedan dos grandes preguntas: qué pasó con ese primer naipe de la baraja y qué habría pasado si el asesino no se hubiera entregado.