Bárbara Rey era toda un estrella del cine y la televisión que, sin embargo, no había tenido tanta suerte en sus relaciones amorosas y siempre acababa con hombres que solo la querían como su amante. El año 1979 se acercaba a su final y entonces le presentaron al mejor domador de leones del mundo, Ángel Cristo. La actriz no sabía quién era él cuando le conoció, pero le gustó porque "tenía una cara preciosa" y no le importó que fuera bajito. Así cuenta Bárbara Rey en el tercer episodio de la serie documental 'Una vida Bárbara' cómo empezó su relación.
Ángel Cristo pasaba por un mal momento tras la muerte como consecuencia de un cáncer de su mujer Renata, cuando apareció en su vida Bárbara Rey. "Él no podía ni soñar con conseguir el amor de la que era una de las mujeres más deseadas del país", asegura el periodista José Manuel Parada. Bárbara Rey asegura que aunque llevara botas con algo de plataforma, el domador nunca se acomplejó por la altura de ella. "No le importaba que me pusiera tacones de un palmo, le encantaba cuando salíamos a la calle presumir de mí y le encantaba hacer el amor conmigo, estábamos muy compenetrados", recuerda la actriz.
La actriz rememora un noviazgo en el que él "era encantador" y ni siquiera bebía ni fumaba. Después de apenas dos meses, la pareja decide casarse y organizan una ceremonia en una capilla que se preparó en la carpa del circo y una celebración en el hotel Montepicayo en Puçol, Valencia. Con un noviazgo tan corto, las familias apenas se conocían y los amigos de Bárbara no habían tenido tiempo de salir de su asombro. Chelo García Cortés recuerda que le preguntó si estaba loca cuando ella le dijo que se casaba con Ángel Cristo.
"Me dio una bofetada que tiró al suelo y ahí me quedé que no sabía que me estaba pasando"
Las primeras señales de alerta se produjeron solo unas horas después de la boda, cuando Bárbara Rey estaba radiante de felicidad y él comenzó a quejarse por pequeños detalles de la habitación del hotel. "Qué distinto es a lo que era hace unas horas", cuenta Bárbara que pensó entonces. A la mañana siguiente, el flamante marido compró toda la prensa que hablaba de la boda de la pareja y en la que algunos artículos repasaban el historial amoroso de Bárbara. "El 98% de nombres no los conocía", asegura ella. Pero él la sometió a un interrogatorio. Su viaje de novios comenzó en París y siguió en Las Vegas, donde el empresario aprovechó para firmar algunos contratos para el circo.
Bárbara Rey había dejado su carrera para acompañar a Ángel Cristo en el circo y, de hecho, el cartel que anunciaba el espectáculo incluía el nombre de Bárbara Rey aunque ella no actuaba en las funciones. Eso causaba un gran rechazo en el público que había aumentado exponencialmente desde que los dos artistas se habían unido. Finalmente, tomaron la decisión de que ella actuara y casi de la noche a la mañana se convirtió en domadora de elefantas. El número de Bárbara atrajo a muchísimo público y en aquel primer año ganaron "una auténtica fortuna".
Bárbara viajó a Madrid para asuntos relacionados con el circo y cuando regresaba a Alicante se encontró en el aeropuerto con Paquirri, que la felicitó por su boda. Al llegar a su casa le comentó el encuentro a su marido y éste le pegó, era la primera vez. "Me dio una bofetada que tiró al suelo y ahí me quedé que no sabía que me estaba pasando". Ángel Cristo se transformó en un celoso enfermizo que no dejaba a su mujer hablar con nadie. "Yo no podía mirar ni siquiera a la gente que trabajaba en el circo", recuerda Rey.
Bárbara Rey se convirtió en una persona cada vez más anulada por el miedo que sentía hacia su marido celoso e inseguro, tal y como relata. "A mí Ángel me ha pegado muchas veces, pero los maltratos psíquicos fueron mucho más que los físicos, que también los hubo. Los psíquicos han sido demoledores", ha asegurado. "No vales para nada, no vales una mierda, estás fofa, lo que te queda es ponerte de puta en una esquina…" son algunas de las frases que Ángel Cristo le dedicaba. "Dejé de tener sentido del humor, dejé de contar chistes, dejé de ser quién era".
“La noche que yo me quedé embarazada, mi marido por poco me mata”, explica Bárbara Rey, que siguió viviendo un infierno después de que nacieran sus hijos. Ellos, de hecho, vivieron durante mucho tiempo con el miedo de que su padre matara a su madre. Él seguía preguntándole a Bárbara Rey por sus relaciones del pasado, pero el infiel en la pareja era realmente él. De hecho, tenía una relación con una amiga de su mujer a la que ella consideraba su hermana.
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"Dejé de tener sentido del humor, dejé de contar chistes, dejé de ser quién era"
Ya eran mediados de los 80 y la adicción de Ángel Cristo no se limitaba al alcohol, una noche que Bárbara Rey le siguió pensando que iba con alguna mujer le descubrió comprando droga. "Su intención era pillarle para poder divorciarse". Finalmente, en 1988 "el peor año de su matrimonio" fue el domador el que decidió que quería el divorcio. Firmaron una separación, por la que ella renunciaba a todo. Ella se quedaba a vivir en la casa familiar con los hijos y le pasaría una pensión para la manutención y los gastos. Bárbara Rey se rompe al recordar que aunque ella vivía sola, él iba a la casa cuando "le daba la gana", y la insultaba. "Le pegaba una patada a la puerta del dormitorio, cuando ya estaba separada, y me violaba escupiéndome en la cara y llamándome puta". Bárbara Rey obtuvo la sentencia de divorcio en 1989, pero él no la firmó hasta nueve años después.
Pidió declarar voluntariamente ante el juez
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