Desde su estreno y hasta su 8º y último episodio estrenado ayer, 'Pam & Tommy' ha ido transformándose de la misma forma que la opinión del espectador. Su tráiler ya dejaba entrever por dónde iban a ir los tiros pero, tras visionar los ocho capítulos, la sensación que te deja es demoledora. Partimos de la base de que esta serie, en un principio, llamó la atención casi exclusivamente por los enormes parecidos de Sebastian Stan y (sobre todo) Lily James como Tommy Lee y Pamela Anderson. Decir que son casi dos gotas de agua es quedarse corto. Ha hecho falta, sobre todo en el caso de Lily, una transformación física que duraba 4 horas para dotarla de la voluptuosidad de la Anderson.
Guion y ambientación
El resultado ha sido excelente pero ha sido lo de menos. Las interpretaciones de los dos son para enmarcar. Su entrega y mimetismo con sus personajes es total, pero sobre y ante todo, lo excelente de verdad en esta ficción es el punto de vista en el que el guionista de la serie, Robert D. Siegle (que debutaba en la televisión pero había firmado películas como 'El luchador' o 'El fundador') nos pone como espectadores. También Craig Gillespie ('United States of Tara'), su director, tiene parte del mérito por el pulso narrativo que le imprime y lo bien que ha entendido que toda la acción de la serie se desarrolla en la década de 1990 mientras cambia continuamente el lujo de Beverly Hills por los bajos fondos más turbios de Los Ángeles. Y es que 'Pam & Tommy' basa buena parte de su éxito en, precisamente, en el contraste. Y ahí es donde entramos realmente en materia. Un contraste que se materializa por puro impacto.
Dos registros totalmente diferentes
Los primeros tres episodios son deliberadamente ligeros, coqueteando con la comedia en muchas ocasiones. De hecho ni Tommy ni Pamela son los protagonistas. El peso recae en el personaje de Seth Rogen (que por cierto es coproductor ejecutivo de la serie), Rand Gauthier, un carpintero acabado que se venga de Tommy Lee por no pagarle. Su venganza es de sobra conocida: acaba robando la cinta de vídeo casera más famosa de la historia. Con cómo se intercala la historia del (no tan) pobre Rand y cómo se conocen y enamoran Pamela y Tommy da la impresión de que estamos viendo una serie que no se toma en serio a sí misma ni a la gravedad de aquel robo. Esos episodios van pivotando de una serie de ladrones a una comedia romántica pasada de vueltas.
De hecho, la serie roza peligrosamente la parodia. El momento de Tommy Lee hablando con su miembro mientras éste le responde es delirante... pero no es gratuito. Te muestra lo egocéntrico y excéntrico que es. Algo clave en cómo se desarrollará su relación con Pamela. En esta serie todo tiene un por qué. Y ese por qué está justo en la primera escena de la serie. Siegle nos lo estaba anticipando. En ese momento parece es una escena aislada: Jay Leno, el presentador de 'The Tonight Show', el late night más famoso de la tv estadounidense de los 90, le pregunta a Pamela Anderson en medio de todo el escándalo de la filtración del vídeo casero... "¿qué se siente al estar tan expuesta?". Pamela se muerde coquetamente los labios y mira al infinito. La imagen funde a negro. Ese es el punto clave: la exposición pública de la vida íntima y privada de una mujer en una sociedad machista.
Pero volvamos al punto donde lo habíamos dejado. A raíz del cuarto episodio, a raíz de que Pam y Tommy son conscientes de que les han robado el vídeo y está rulando por una primitiva internet, la serie cambia el discurso por completo. Pamela es el centro de todo y ese centro es de una gravedad inabarcable. Porque Pamela entiende que ese vídeo va a acabar con su carrera. No lo quiere aceptar pero en el fondo lo sabe. El doble rasero de la sociedad de los años 90 llamaba "machote" a Tommy Lee, pero tildaba de "ligera" y otros adjetivos que nos vamos a ahorrar a la pobre Pamela. Y fue tremendamente injusto. Porque como la serie muestra, a raíz del vídeo, su carrera se fue al traste. Vale, la calidad de 'Barb Wire' es más que cuestionable pero no volvió a recibir ningún papel importante. Ella, que era la estrella de la serie de moda en medio mundo.
No pasaba nada por salir en Playboy, pero sí por salir en un vídeo casero robado en el que se mostraba lo que nadie más que ella y su marido tendrían que ver. Ese vídeo para una sociedad tan hipócrita como la estadounidense de aquellos años sí tuvo consecuencias. Esa hipocresía es la que la serie señala a la perfección. Y lo ejemplifica con una frase lapidaria. Tommy presa de la impaciencia al ver a su mujer tan desesperada le espeta: "No pasa nada, esto también me afecta a mí". La respuesta de ella: "No. No es igual". Exacto. No fue igual. Y aunque la propia Pamela Anderson ha huido como de la peste cuando han intentado relacionarla con esta serie, se ha hecho por y para ella. Para mostrar en una sociedad hoy mucho más concienciada que entoncesel daño irreparable que sufrió. Y no nos referimos al físico o psicológico recibido por los maltratos de Tommy Lee. No. Es el daño a su imagen pública y a su carrera el que esta serie señala de frente. Por eso, por la valentía de haberlo contado tal cual y reivindicar la figura de Pamela Anderson, merece la pena cada capítulo.
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